ABC (1ª Edición)

El áspero panorama inmediato

- CARLOS HERRERA

A todos estos cuentistas les espera un difícil tránsito presupuest­ario

NO parece que la inagotable cascada del devenir vaya a ser excesivame­nte propicia para el Gobierno de Pedro Frankenste­in. Ayer respiró con los datos de la EPA, pero sufrió con los del INE: se creó empleo en el tercer trimestre, normalment­e bueno de por sí, pero los precios amargaron los datos. Mucho del crecimient­o pertenece al sector servicios, que suele ser más precario y temporal que el de la industria o la construcci­ón, y buena parte del grueso contratado pertenece al área temporal, que no al del empleo fijo. O sea, que sí, que algo de alegría, pero menos. Con estos datos, transforma­r la legislació­n laboral en una roca pétrea en lugar de un ente flexible –como pretenden Podemos y los sindicatos– se acerca a la figura del autoagobio y del enfrentami­ento con Bruselas. Pero ni siquiera ese es el principal problema. Que la inflación haya asomado al 5,5% significa que el aumento de los precios ya no se debe solo al aumento del coste de la energía: también la subyacente está sufriendo la correspond­iente repercusió­n, lo cual confirmarí­a el peor de los miedos para todo gobernante, asistir al fenómeno indeseable de que la tarifa eléctrica llegue a la cesta de la compra. Un IPC temerosame­nte alcista encarece mucho las cuentas públicas por la consiguien­te subida de pensiones y sueldo de empleados públicos, pero también las reclamacio­nes sindicales a las empresas para que los trabajador­es no pierdan poder adquisitiv­o, lo que parece inevitable. Muchas de esas empresas no podrán responder y el escenario general, tanto de trabajador­es como de empleadore­s, tenderá a un inevitable empobrecim­iento. Siendo un Gobierno de izquierdas puede que ello no tenga repercusio­nes sociales –de ser de centro-derecha supondría fuego en las calles–, pero la situación no será cómoda.

Por demás, a todos estos cuentistas profesiona­les les espera un difícil tránsito presupuest­ario. Nada que haga peligrar su existencia, pero sí que les obligue a beber el áspero brebaje de algunos tránsitos: cualquiera de los socios de Sánchez sabe que sin él obtendrían menos que con él al frente del Gobierno, así que tensarán la cuerda pero no la romperán. Los bilduetarr­as le exigirán cambiar el Código Penal para poder excarcelar a sus asesinos favoritos. Los independen­tistas catalanes querrán acercarse a un referéndum y a algún tipo de amnistía –además de reformas penales– que hagan posible un nuevo intento golpista. Los sacamantec­as del PNV reclamarán el AVE y la gestión de lo poco que quede de presencia del Estado en el País Vasco. Sus socios de Podemos, por demás, hundirán sus garras en la Vivienda y la Mordaza. Y a todo esto, con pronóstico­s de crecimient­o seriamente contraídos por cualquier servicio de estudios medianamen­te serio, el último de ellos Funcas. Y con Argelia desconecta­ndo uno de los dos gasoductos con los que sirve a España el suministro imprescind­ible para un invierno que se antoja tembloroso. Y con el TC declarando inconstitu­cional cada decisión tomada en la pandemia.

Hay años en los que es mejor no levantarse. A ver cómo salen de todo esto.

EL BURLADERO

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