ABC (1ª Edición)

Negociar a cinco bandas

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

Europa no está dispuesta a que cada miembro haga lo que le dé la gana. Si quieres algo de ella, tienes que cumplir sus reglas

M Egustaría contemplar por la mirilla las filigranas lingüístic­as y mímicas de Pedro Sánchez para decir al mismo tiempo si y no a Nadia Calviño y a Yolanda Díaz, en las reuniones que tendrán para llegar a un acuerdo sobre la reforma laboral, con los sindicatos y la patronal como testigos y Bruselas al fondo como comendador de ultratumba. Me gustaría sobre todo ver si nuestro presidente del Gobierno logra engañarlos a todos, siendo las posiciones tan distantes, o se lleva el revolcón de su vida, que le ronda desde que empezó a decir sí a todos sin cumplir con ninguno. Con Pablo Iglesias le fue fácil al ser un hombre con tanto ego como poca capacidad de maniobra, dejándole creer que tenía más poder del que tenía, hasta que se lo retiró. Pero su sucesora en Podemos es una de esas mujeres aguerridas que no se dejan avasallar por los hombres por atractivos y sinuosos que sean y ha aguantado sus envites hasta no tener más remedio que admitirla al frente de la negociació­n y reconocer que esta versará sobre los ‘contenidos’ y no sobre el ‘método’ del problema. Claro que él le ha tendido la trampa de que el Gobierno también participe con Nadia Calviño a la cabeza. Al resto del Gabinete lo controlará él. Aunque Yolanda Díaz no se deja intimidar por nadie y el pulso va a ser espectacul­ar.

De entrada, el duelo no puede ser más simple. Yolanda quiere derogar la reforma laboral de Rajoy. Bruselas ya ha hecho saber que «no debe socavarse el dinamismo empresaria­l», mientras Calviño habla de «reformar» y Sánchez de «modernizar», que puede ser cualquier cosa, menos lo que exige la ministra de Trabajo. Se rumorea que puede ser la candidata de Podemos en las próximas elecciones, toda una rival para Sánchez. Podría ser, pero su principal interés es cargarse la reforma de Rajoy, no llegar a La Moncloa. El de Sánchez, en cambio, es seguir en La Moncloa. Y Bruselas, como queda dicho, ya le ha dado varios avisos, que muestran su poca confianza en él. El último, frenar su propuesta de limitar el precio de la electricid­ad, con Alemania al frente de una docena de países, y ya sabemos lo que pesa en la Unión Europea.

Aunque la más severa advertenci­a le llega indirectam­ente: el Tribunal de Justicia de la Unión Europea multa con un millón de euros diarios a Polonia por no aceptar la normativa europea de independen­cia de los jueces. Es un caso tan complejo como importante, que dejo para otro día, y un aviso a navegantes: Europa no está dispuesta a que cada miembro haga lo que le dé la gana. Si quieres algo de ella, tienes que cumplir sus reglas. Y nosotros queremos mucho, muchísimo: 140.000 millones de euros, la mitad, gratis. Bruselas bien vale una reforma,

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