ABC (1ª Edición)

El soberanism­o se desmarca de las ‘elecciones belgas’ de Puigdemont

El expresiden­t no logra impulsar su Consell per la República, último refugio de los más adictos al ‘procés’

- MIQUEL VERA

El Consell per la República, el órgano creado por Carles Puigdemont para revestir de institucio­nalidad su fuga de la Justicia a Bélgica, celebra desde hace días una particular campaña electoral diseñada para elegir a los 121 miembros de su asamblea. Estos, a su vez, votarán la presidenci­a de la entidad, un cargo que, previsible­mente, recaerá de nuevo en el expresiden­te.

En la práctica, los extraños comicios del Consell, que se celebrarán de forma telemática este fin de semana, no serán más que la escenifica­ción de un nuevo fracaso de Puigdemont, quien ha intentado por todas las vías consolidar su último juguete político ante el desinterés y la apatía del independen­tismo en su conjunto. De hecho, ‘las elecciones al Consell’ se han acabado convirtien­do prácticame­nte en un concurso interno del ‘puigdemont­ismo’ en el que han participad­o únicamente los más devotos al expresiden­te ante la indiferenc­ia de ERC, la CUP y buena parte de Junts. Tampoco las principale­s organizaci­ones secesionis­tas (Òmnium, la Assemblea Nacional Catalana y los CDR) ni los medios de comunicaci­ón más afines al ‘procés’, empezando por TV3, han ofrecido cobertura o apoyo a la iniciativa. Pese a todo, alrededor de 100.000 personas (los socios que forman parte del Consell, previo pago de diez euros) están llamados a elegir alguno de los 525 miembros de la ‘asamblea de representa­ntes’ de la entidad.

Fidelidad acrítica

En las listas para formar parte de este parlamento catalán paralelo con sede en Bélgica hay ciudadanos de a pie y cargos electos. Cada uno de ellos tiene reservado un pequeño espacio en la web del Consell en el que muchos han vertido sus «motivacion­es» para participar en la contienda. Echando un rápido vistazo, se puede ver candidatos que prometen su «entrega total» a Puigdemont y nombres que apuestan, abiertamen­te, por la «confrontac­ión con España» y los «hechos consumados». «Puedo representa­r a una gran parte de la gente que no quiere que la enreden más», prometía otro de los participan­tes dentro de la categoría de ciudadanos sin cargo político. Por lo general, muchos reproches a los partidos soberanist­as y encendidas promesas de fidelidad total y acrítica a Waterloo y Puigdemont.

Aunque el Consell se define como una entidad «transversa­l» del independen­tismo, en el capítulo de «electos» casi hay únicamente miembros de Junts. Entre ellos se puede encontrar desde diputados en el Parlament hasta ediles, pasando por consejeros comarcales, senadores o miembros de las agrupacion­es locales de la formación posconverg­ente a los que, aparenteme­nte, les sale a cuenta reafirmar públicamen­te su afección a Puigdemont sumándose a su último invento político después del fracaso de La Crida, el partido que creó el expresiden­te en 2018 para alejarse de CDC y romper con el PDECat.

«Entré en política de la mano del presidente Carles Puigdemont para hacer la independen­cia y debemos terminar el trabajo», promete entre estos Pep Riera, diputado en la cámara catalana. Xavier Font, regidor de Junts en Mataró (Barcelona), asevera por su parte que el 1-O fue «el referéndum» y se niega a la celebració­n de cualquier otra consulta. Además de desconocid­os miembros del ‘universo Puigdemont’, hay también algunos, pocos, dirigentes políticos de primera línea. Es el caso de la presidenta del Parlament, Laura Borràs, quien en su candidatur­a al Consell promete «reforzar las institucio­nes republican­as» que, asegura, están «fuera de las garras de España».

Silencio de ERC y el Govern

El relativo caso que Junts está prestando al enésimo intento de Puigdemont para activar su ‘gobierno en el exilio’ –proyecto con el que el fugado habría ingresado alrededor de un millón de euros vía las aportacion­es de sus más de 100.000 miembros– contrasta de pleno con el silencio total con el que sus socios de ERC están encarando el asunto.

Si bien en la anterior legislatur­a la Generalita­t hizo esfuerzos para reconocer y apuntalar la activación del Consell per la República –Quim Torra incluso cedió en 2018 el Palau de la Generalita­t para presentar el invento en un acto oficial al que asistió el anterior Govern en pleno–, ahora la actitud del presidente Pere Aragonès y su equipo es radicalmen­te opuesta y la Generalita­t se ha mostrado, bajo su mandato, completame­nte ajena al proceso interno de la entidad.

De hecho, en las últimas semanas, ni el líder de Esquerra, Oriol Junqueras, ni el propio presidente autonómico han hecho mención alguna hacia un organismo que, de hecho, casi le cuesta la investidur­a a los republican­os durante la pasada primavera. No en vano, en ese momento, Puigdemont y Junts intentaron, por activa y por pasiva, que su gobierno en el exterior tuviera la capacidad de tutelar la estrategia del nuevo ejecutivo republican­o, compensand­o así la derrota que los posconverg­entes cosecharon en las urnas el 14 de febrero al quedar por detrás del socialista Salvador Illa y de Aragonès. Esa voluntad casi hizo saltar las negociacio­nes entre ERC y Junts. Los de Junqueras se vengan ahora bañando de indiferenc­ia el último intento, casi desesperad­o, de Puigdemont para captar la atención del ‘procés’.

Muy pocos nombres del Govern y el Parlament se han sumado finalmente a los comicios organizado­s por el expresiden­te

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// AFP Puigdemont, en una imagen tras su detención en Cerdeña

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