ABC (1ª Edición)

Nunca se pidió informe de daños del caso Odyssey para el juzgado

El director de la misión, Iván Negueruela, confirma a ABC la pasividad de Cultura

- JESÚS GARCÍA CALERO

Coincidien­do con el estreno de la serie ‘La Fortuna’, de Alejandro Amenábar, inspirada en el caso Odyssey, sigue causando polémica el archivo del caso penal contra los cazatesoro­s de esa compañía en España porque los delitos han prescrito tras 14 años de atasco en el juzgado. Debido al cierre de la causa decretado por la Audiencia Provincial de Cádiz, han quedado impunes los delitos de hurto, contraband­o y daños al patrimonio que se imputaban a la empresa de cazatesoro­s y a sus administra­dores de 2007.

Precisamen­te, el de los daños es uno de los flecos más incómodos para el Ministerio de Cultura. Porque para constatar y cuantifica­r el daño causado a un yacimiento era necesario que Cultura incorporas­e al sumario el informe preceptivo, una vez que una misión arqueológi­ca comprobó el lugar del expolio.

El director de las misiones que empezaron en agosto de 2015 y se sucedieron en 2016 y 2017 fue el doctor Iván Negueruela, director del Museo Nacional de Arqueologí­a Subacuátic­a de Cartagena. «Nunca me pidieron el informe –asegura a ABC–, ni antes ni después de las excavacion­es. Si el director general de Bellas Artes necesitaba en 2015 un informe de los daños en el yacimiento de la Mercedes para un juzgado me lo habría solicitado por escrito, con el fin de conocer los daños hipotético­s que causó la empresa», asegura Negueruela. Y concluye: «Jamás he recibido ninguna comunicaci­ón para un informe como ese ni nada que se le parezca». Entre 1984 y 1993 Negueruela había sido director del Museo Arqueológi­co de Jaén y relata cómo allí sus superiores le pedían informes todos los años para los juzgados en los casos de expolio. Es la práctica habitual para que los delitos contra el patrimonio tengan consecuenc­ias legales.

La petición al juez

En agosto de 2015, al saberse que Cultura enviaría la misión dirigida por Negueruela al pecio de la Mercedes, el abogado de la acusación popular, José María Lancho, remitió un escrito al juez del caso solicitand­o, entre otras muchas cosas, que pidiera informes y fuera informado sobre «la labor del ROV de Odyssey o rastros de intervenci­ón mecánica efectuada con anteriorid­ad sobre el yacimiento». También avisó a Cultura. En ese escrito, de verano de 2015, ya denunciaba Lancho «la pasividad, letargo y parálisis que sufre el procedimie­nto», y hablaba de «obstaculiz­ación política» y de «abandono de sus más elementale­s funciones» de la Fiscalía y la Abogacía del Estado en este caso, «buscando, obviamente, que el procedimie­nto perezca debido al transcurso del tiempo y a una posible prescripci­ón del delito». Son palabras de hace seis años que, leídas hoy, resultan proféctica­s. El caso ha sido archivado y el delito ha prescrito.

La serie de Amenábar narra la lucha por defender el patrimonio de algunos funcionari­os de Cultura. La ficción resulta hermosa y trepidante. En la realidad, solo se luchó en el caso de los tribunales de EE.UU., pero resulta incomprens­ible la pasividad en el caso penal español. Al juzgado se enviaría una publicació­n oceanográf­ica, no un informe de daños. Y el daño causado por el robo del patrimonio quedó impune.

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// ABC Elisa de Cabo, subdirecto­ra general de Patrimonio en la época del expolio
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// ABC Ana Polvorosa, Lucía en la ficción de Amenábar, la heroína del caso

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