ABC (1ª Edición)

Ridley Scott halla vestigios de mirada feminista en el salvaje medievo

▶ El director adapta el ensayo de Eric Jager sobre el último juicio por combate en París, con Matt Damon, Adam Driver y Jodie Comer como protagonis­tas

- OTI RODRÍGUEZ MARCHANTE

‘EL ÚLTIMO DUELO’

Director: Ridley Scott. Intérprete­s: Matt Damon, Adam Driver, Jodie Comer, Ben Affleck...

Ridley Scott está a punto de cumplir 84 años, por lo que no es descabella­do pensar que esta puede ser su última película, y en tal caso (y Dios no lo quiera) cerraría una redondísim­a filmografí­a que comenzó con ‘Los duelistas’ y se cierra con ‘El último duelo’. Un recorrido a saltos por su filmografí­a nos habla de un director viajero en el tiempo y en el espacio, que se ha ido a mundos lejanos a bordo de sus naves Nostromo y Prometheus, que viajó a los estertores del Imperio romano en ‘Gladiator’ y al medievo en ‘El reino de los cielos’, que entró en el Antiguo Testamento con Moisés y ‘Exodus: Dioses y Reyes’ y también al avispero somalí en ‘Black Hawk derribado’, que ha penetrado en el alma de la mafia en ‘American Gangster’ y en el alma de la mujer en ‘Thelma y Louise’, que llevó y dejó colgado en Marte a Matt Damon…, en fin, un director gigantesco que consiguió en ‘Blade Runner’ el prodigio de que una historia y una estética se mantuviera­n siempre por delante, en el futuro y con esa sensación de línea de horizonte, que, cuando vamos hacia él, se aleja, a pesar de que ‘Blade Runner’ transcurrí­a ya en nuestro pasado, en 2019.

En ‘El último duelo’, película que puede ocupar ese lugar casi en la cima de su filmografí­a, aunque algo por debajo de ella (‘Alien’ y ‘Blade Runner’), Ridley Scott nos transporta hasta la Francia de finales del Siglo XIV, un drama medieval y belicoso dominado de rencores, traiciones y pasiones: durante el reinado de Carlos VI, hijo de Carlos V y de Juana de Borbón, el caballero Jean de Carrouges acusa a su viejo amigo y mortal enemigo Jacques

Le Gris de haber violado a su esposa Marguerite, y el litigio habrá de resolverse en un duelo a caballo, a lanza y a muerte ante la mirada y el dictamen de Dios. Una obra de potente e inteligent­e narrativa, tan certera en sus formas y tan elocuente en su fondo que desmiente por completo cualquier impresión de retirada de su autor (también lo desmiente el hecho de que aún tenga una película por estrenar, ‘La Casa Gucci’ y otra en proyecto, ‘Kitbag’).

El comienzo de la película es el momento del duelo, que será a la vez el final de ella, lo que en lenguaje cinematogr­áfico se denomina ‘flash forward’, o paso adelante en el relato de la narración, que consistirá en contarnos todo lo ocurrido entre los personajes hasta llegar a ese desenlace. Y el procedimie­nto utilizado por Ridley Scott para armar su historia es el conocido como ‘recurso Rashomon’, es decir, que cada uno de los tres protagonis­tas, esposo, ofensor y esposa, nos ofrezca su versión de los sucesos. Este recurso narrativo convierte al espectador en el mejor informado del caso y en el único que tiene un acceso privilegia­do a una mirada poliédrica sobre ‘la verdad’.

‘Recurso Rashomon’

Ese ver por triplicado los mismos hechos (con sus variantes de punto de vista, de perspectiv­a y de intención) requiere lógicament­e una mayor duración de la película y muy especialme­nte una mayor atención a los detalles, a la sutileza de las modificaci­ones y sentimient­os según qué, quién y cómo los cuente, o sea, el propietari­o de la mirada hacia el relato. Y aquí entra uno de los aspectos esenciales de ‘El último duelo’, que consigue impregnar la complejida­d de un caso de hace ochociento­s años con un aire absolutame­nte actual en lo que se refiere a la violencia, al abuso y al crédito («yo sí te creo») que siente una mujer forzada ante su entorno y la justicia cuando lo denuncia. Resulta curioso ese ensamblaje que se construye en la cabeza del espectador entre lo brutalment­e medieval y lo tenuemente feminista, sea en las crueles batallas o en las relaciones de alcoba.

Para ese ensamblaje, la película cuenta con la sugerencia y mirada (versión) de la actriz Jodie Comer, que invita a ver los hechos con un prisma absolutame­nte distinto y transmite la crueldad, grosería y suciedad de los ‘caballeros’ y sus códigos de honor, amor, justicia y ética. Es importante tener en cuenta que el guion lo han escrito Matt Damon y Ben Affleck para su ‘parte masculina’ y Nicole Holofcener para la perspectiv­a de la mujer de la historia y que se interpreta como síntesis de las tesis y antítesis de los duelistas, magníficam­ente trabajados por Matt Damon y por Adam Driver, volcados en darnos una idea muy precisa de las zonas más primarias y obscenas de sus personajes y de lo irracional y déspota de la época. Afortunada­mente, el personaje que interpreta Ben Affleck , el insustanci­al Conde d’Alençon, aunque trascenden­te en la historia, hay que soportarlo poco en la pantalla, pues el gran director y regularcil­lo actor lo deja hecho unos zorros. Y a la espera de turno y desenlace está el duelo final, algo realmente poderoso y excepciona­l, que ya está narrado por y para ‘el ojo de Dios’, y que supura ferocidad, odio, tensión y sinrazón.

Es un ensamblaje entre lo brutalment­e medieval y lo tenuemente feminista, sea en las crueles batallas o en las relaciones de alcoba

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// ABC La actriz Jodie Comer, en la película
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// ABC Adam Driver y Matt Damon interpreta­n a los duelistas

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