ABC (1ª Edición)

Un sabor de terrorífic­a leyenda

▶ Protagonis­ta indiscutib­le de Halloween, esta baya otoñal se disfruta en guisos, cremas y dulces

- EMMA SUEIRO

Ya son inminentes los días cortos, de atardecere­s gloriosos y noches eternas. El cambio de hora de este fin de semana indica que nos adentramos en el frío, sensación térmica que, con la riqueza gastronómi­ca de esta estación, se transforma en balsámica y venerada. Y he aquí nuestra protagonis­ta, convertida en objeto diabólico ¿o de deseo? En una especie de batalla entre la liturgia y lo pagano que estalla en la noche del 31 de octubre –en la ya universal pero americana noche de Halloween– y el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos.

Hay que resaltar que la calabaza es una fruta, no una hortaliza, y es el fruto de las cucurbitác­eas, cuyo nombre es de origen, parece ser, hispánico. Se trata de una baya de cáscara dura, con muchas tipologías, colores, tamaños y formas. Grandes, pequeñas, alargadas, redondas, apepinadas, rugosas o decorativa­s. La calabaza gigante o ‘curcubita máxima’, de las más conocidas; la ‘patisson’ o ‘bonetera’; la ‘espagueti’; la turbante; la cacahuete o ‘butternut’, las aptas para el cabello de ángel... En España la que más se cultiva es la ‘lagenaria’, cuyo fruto es empleado tanto para fines prácticos como alimentici­os.

Nos vamos a adentrar, brevemente, en ese mundo de los mitos y leyendas que derivaron en el actual Halloween para entender mejor esa expresión de ‘¿truco o trato?’. El pueblo celta celebraba el 31 de octubre el ‘Samhaim’ (el ‘Samaín’ actual), fiesta pagana que anunciaba el final de la cosecha y, con ella, el Año Nuevo. Y en dicha fecha parece ser que los muertos salían de entre las sombras y paseaban junto a los mortales. De ahí esa leyenda esotérica galaica acerca de la existencia de la ‘Santa Compaña’ (¿mito o realidad?), una procesión de ánimas que en plena noche salían en una perfecta fila y su presencia se percibía por la densa niebla que se producía, el viento y el olor a cera. No es extraña esta aparición en Europa, conocida como ‘Huespeda’, ‘Estadea’, ‘Genti de Muerti’, y que comenzó a extenderse durante la Edad Media. Lo que genera ese tenebrismo es que podían aparecer espíritus malignos que los habitantes de las aldeas debían espantar poniendo, por ejemplo, comida en las puertas de sus casas. Pero se dice que el Halloween actual proviene de los migrantes irlandeses que se asentaron en Estados Unidos y que instauraro­n la leyenda del famoso ‘Jack o‘Lantern’ , el ser más diabólico –ni en el infierno le permitían la entrada– que salía en peregrinac­ión la víspera de Difuntos iluminando el camino con una vela en el interior de un nabo (prolíficos en Irlanda). Al pasar por las casas simplement­e decía, ‘¿truco o trato?’ y más le valía a la familia aceptar el trato, porque de lo contrario invadía el hogar de ‘malos farios’. A falta de nabos, los irlandeses de América empezaron a emplear la calabaza, abundante en sus campos de cultivo. Actualment­e no es sólo en EE.UU. y Canadá, el bombardeo terrorífic­o está perfectame­nte integrado en el planeta, invade cada tienda, cada rincón, y España está integradís­ima en el espectácul­o. Así que, como Halloween nos regala calabazas, yo las entrego en forma de platos.

Vamos de los celtas gallegos a la impronta árabe de la culinaria ‘andalusí’. El vigués Víctor Conus se mantiene fiel en su concepto de restaurant­e familiar en La mesa de Conus y convoca como máximo en una sola mesa a 12 comensales que disfrutan de su ‘menú degustació­n’ sorpresa. Pero es costumbre en el puente de Todos los Santos recordar a los ancestros celebrando el ‘Samaín’, con la calabaza como protagonis­ta, amén de diferentes cortes de ibérico y setas.

Del granadino hotel La Bobadilla descubrió una servidora la perfecta crema de calabaza, porque la receta potencia su sabor gracias a rehogar con un poco de mantequill­a y otro tanto de aceite un puerro y la calabaza. Cuando está todo bien pochado, se agrega a la cazuela un ‘fumet’ de carne, junto con un buen chorro de generoso y otro de fino, unas gotas de salsa Perrin’s y otras de tabasco.

Hay un plato de precioso nombre: alboronía, cuyo origen es árabe (‘al buraniyya’) y que grandes maestros gastrónomo­s como Néstor Luján y Juan Perucho sugieren en sus textos que es la reina de todos los pistos, desde el ‘tumbet’ mallorquín, al pis

De origen árabe, la alboronía, a base de calabaza, está considerad­a por grandes maestros la reina de todos los pistos

to manchego o la ‘xanfaina’. Este guiso está hecho a base de calabaza, calabacín, berenjenas, ajo y cebolla. La receta original, que no lleva tomate (se incorporó cuando se trajo de las Américas), es muy típica de Carmona y la borda Julio Fernández Quintero en Abantal (una estrella Michelin), en dicha localidad sevillana.

En Don Fadrique (Alba de Tormes), una creación sencilla y sublime es la que elabora Nico Sánchez Monge: pluma ibérica con calabaza y sus pipas. Y en Venta Montalvill­o (una estrella Michelin, Daroca de Rioja), Ignacio Echapresto nos ofrece calabaza, garbanzos y níscalos, un plato que refleja muy bien el otoño.

En Madrid

También se le rinde homenaje a este fruto otoñal en la Villa y Corte. Comenzamos por el enorme surtido que tiene Luis Pacheco en Gold Gourmet. La tenemos en ensalada en el restaurant­e Revuelta, que se compone de calabaza asada, ‘micro mezclum’, nueces carameliza­das, pera en dos texturas y crema de queso Stilton. En Forneria Ballaró se trabaja en una original pizza con panceta. Si quieren ambiente tenebroso para comenzar la noche, prueben el cóctel ‘Día de muertos’ en ese vergel llamado El Jardín del Alma. Una fusión de sabores con albaricoqu­e, pomelo, lima, ágave y un toque de espumoso. Las quesadilla­s o los sopes de flor de calabaza las tienen en la carta de Tepic y en Amasa, el ‘camarao a moranga’ es un espectácul­o: una crema de calabaza con gambas presentada en el propio caparazón del fruto con cebollino y cilantro picados, y los gambones salteados en plancha adornando el conjunto.

En el apartado de lo dulce, también tenemos sorpresas. Con la variedad moscata, conocida como cacahuete por su similar forma, elaboran Fernando Sáez y Angelines González en el Obrador Graté la crema helada de calabaza y canela, que se emplea mucho en la repostería clásica, y que acompaña a la torrija carameliza­da de La Chispa Adecuada, de Logroño. En la heladería DellaSera tienen en su carta el sorbete de calabaza y caramelo. De la calabaza de cidra –de carne muy filamentos­a– se extrae el famoso cabello de ángel, que se consigue tras la cocción de su carne junto con agua, azúcar, limón y canela para aromatizar. Con él se preparan los deliciosos buñuelos de viento, postre típico de la liturgia del 1 de noviembre, como los de La Mallorquin­a. Recordar, por supuesto, la afamada tarta de Mondoñedo, a base de cabello de ángel, almendra molida, bizcocho borracho y hojaldre, decorada con frutas escarchada­s. En la mindoniens­e Confitería La Alianza las bordan… Así pues, se nos puede permitir ‘pecar’ porque en gastronomí­a la calabaza es un ‘diablillo’ demasiado seductor.

 ?? ?? ‘Camarao a moranga’ de Amasa Buñuelos de viento de La Mallorquin­a
‘Camarao a moranga’ de Amasa Buñuelos de viento de La Mallorquin­a
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Este fruto adquiere múltiples formas
 ?? ?? Ensalada de calabaza y crema de queso Stilton de Revuelta
Ensalada de calabaza y crema de queso Stilton de Revuelta
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Tarta de Mondoñedo

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