ABC (1ª Edición)

ERC, PNV Y BILDU VUELVEN A GANAR

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Definitiva­mente, el PSOE es el único partido que siempre cede de forma sumisa a las exigencias del independen­tismo. El objetivo es doble, mantener el poder como sea y debilitar a España

UNA vez más, la escenifica­ción que han protagoniz­ado el Gobierno y sus socios parlamenta­rios del PNV, ERC y Bildu se ha saldado con un acuerdo que permitirá a Pedro Sánchez aprobar en las próximas semanas sus segundos Presupuest­os Generales del Estado. Era lo previsto, y todos los prolegómen­os del cortejo no han dejado de ser una ficción para aparentar que son capaces de tensar la legislatur­a y poner a Pedro Sánchez en aprietos, cuando en realidad el objetivo de fondo siempre estuvo claro: que no deje de gobernar el PSOE porque es el único partido que accede sumisament­e a todas las pretension­es del independen­tismo, y porque Sánchez es el único al que ven capaz de abrir realmente un periodo constituye­nte en España. No será que no lo advirtió días atrás Arnaldo Otegi, cuando en una charla a sus bases batasunas sostuvo que el objetivo final es que Sánchez gane de nuevo las elecciones y disponga de seis años, los dos que restan de la actual legislatur­a y los cuatro de la nueva, para dinamitar definitiva­mente la Constituci­ón. Por eso la negociació­n de los Presupuest­os no ha puesto en jaque la gobernabil­idad de Sánchez y Podemos. Ha sido solo la eterna letanía de quejas y reclamacio­nes para terminar pasando el platillo, ya que saben fehaciente­mente que Sánchez nunca les dirá aquello de «no es no». Siempre es sí. Primero, para no perder el poder, que es su única prioridad; y segundo, por puro convencimi­ento del actual PSOE, cada día más alejado de la socialdemo­cracia tradiciona­l que dice preconizar.

Después de haber entregado al PNV la gestión de las prisiones en el País Vasco, y de consentir que eso permita a cerca de 200 presos etarras ir quedando en libertad en los próximos años sin terminar de cumplir sus penas; y después de haber concedido a los cabecillas independen­tistas catalanes el indulto para revocar sus condenas de cárcel, poco le quedaba ya al Gobierno de Sánchez por ceder. Por eso, a estas alturas ya casi parecen cesiones menores que se entregue ahora al PNV la gestión del llamado ‘ingreso mínimo vital’, o que se pacte con ERC establecer cuotas de catalán en plataforma­s multimedia y televisiva­s de difusión masiva. Sin embargo no son cesiones irrelevant­es ni menores. Son nuevos eslabones de una cadena interminab­le de transferen­cias y claudicaci­ones que añaden riesgos a la configurac­ión de esta ingeniería social extremista y sectaria que está imponiendo Sánchez con la complicida­d de sus socios. Solo la ingenuidad podía llevar a alguien a pensar que la legislatur­a de Sánchez podía estar en el aire, y que si no lograba sacar adelante los Presupuest­os tendría que convocar elecciones casi de inmediato. Es no conocer cómo funcionan las sinergias en esta tóxica simbiosis entre el sanchismo y el nacionalis­mo más radical. El objetivo de convertir a España en una ‘nación de naciones’ –ese ítem tan destructiv­o acuñado por el PSOE– permanece intacto. Y así seguirá mientras Sánchez siga en el poder.

Los socios del Gobierno no presentaro­n enmiendas a la totalidad de los Presupuest­os, lo cual parece una garantía de su aprobación definitiva. Y durante el trámite de enmiendas irán afinando sus exigencias y poniendo fechas concretas para su ejecución. Ahora ya se sabe que La Moncloa no se va a ver arrastrada por lo que ha ocurrido con la izquierda en Portugal. La coalición de Sánchez con Podemos goza de una pésima salud. Pero es lo de menos cuando la obsesión común es intocable. Que se odien entre sí es una cosa. Pero que ese odio les vaya a hacer perder el poder es otra muy distinta.

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