Cada vez más pobres
EL CONTRAPUNTO
¡Gracias, Sánchez, Iglesias, Díaz y demás salvapatrias de pacotilla venidos a redimirnos!
VENÍAN a salvarnos. A redimir a «la gente» de la miseria causada, según su demagogia pueril, por gobiernos de extrema derecha entregados a los oligarcas de puro y chistera empeñados en chuparnos la sangre. Y ahora resulta que, con ellos en el poder, somos cada vez más pobres. Todos, excepto ellos mismos, confortablemente instalados en poltronas y salarios que jamás habrían soñado ni por supuesto alcanzarían en el sector privado, donde la capacidad, formación y mérito siguen teniendo valor. Puestos cargados a la chepa del contribuyente, desde los cuales no solo se lucran hasta el punto de cambiar el pisito de Vallecas por un chaletazo en Galapagar, sino que enchufan a una legión de parásitos sin oficio ni beneficio que chupan de la teta pública en calidad de «asesores».
Escaños como el de Alberto Rodríguez, espléndidamente retribuidos a tenor de su cualificación, que, una vez perdidos en virtud de una condena firme por patear a un policía, les valen indemnizaciones de 18.300 euros. Si exceptuamos a los miembros de este Ejecutivo, el más obeso de la historia, sus amiguetes y socios, los españoles de a pie, la abrumadora mayoría, hemos perdido con Frankenstein gran parte de nuestro poder adquisitivo, ahorros y expectativas de futuro. ¡Gracias, Sánchez, Iglesias, Díaz y demás salvapatrias de pacotilla venidos a rescatarnos!
La culpa, nos dicen, no es suya, sino del Covid, el alza del precio de las materias primas, la crisis internacional y el maestro armero. ¡Por supuesto! Cuando sobrevienen problemas económicos globales estando a los mandos la derecha, la izquierda se echa a la calle, la incendia, azuza a las masas contra los gobernantes y promete soluciones fáciles a situaciones complejas. Cuando es la izquierda quien maneja el presupuesto y el BOE en tiempos de vacas flacas, proclama a los cuatro vientos su virginal inocencia, emplea sus múltiples terminales mediáticas para justificar su impotencia y vende sin pudor burras cojas como esa del «escudo social ante la emergencia energética», cuya traducción en contante y sonante son 37,79 euros al año por familia de tres miembros, en el supuesto de que la beneficiaria potencial consiga acceder a esa ayuda. Una asunción altamente aventurada, si nos atenemos a lo sucedido con la cacareada «renta básica», tan publicitada como difícil o imposible de obtener.
Lo cierto es que, desde que desembarcó en la Moncloa la coalición integrada por socialistas y comunistas, la clase media trabajadora, sostén de cualquier nación, sufre mayores exenciones fiscales, tiene más dificultades para encontrar o conservar un empleo, cobra menos por echar más horas, paga mucho más cara la cesta de la compra (y más que nos va a costar con la inflación por encima del cinco por ciento) e incluso se pregunta, con fundamento, si este invierno podrá permitirse encender la calefacción. No solo han hecho mangas y capirotes del Estado de derecho, tal como ha vuelto a sentenciar el Constitucional, sino que nos están arruinando.