Londres amenaza con represalias contra los pesqueros franceses
Johnson llama a consultas a la embajadora francesa en el Reino Unido
La crisis de la pesca entre Francia y el Reino Unido se ha convertido en un campo de minas que amenaza las relaciones bilaterales, el futuro de la Unión Europea (UE), incluso las relaciones trasatlánticas. En Londres, tras convocar a la embajadora francesa en el Reino Unido, el Gobierno de Boris Johnson amenaza con reforzar los controles de los barcos de pesca franceses, en «respuesta» a la detención francesa de un barco de pesca inglés, conducido al puerto de Le Havre, donde el capitán del barco será juzgado el año próximo por violar de las aguas territoriales francesas y los acuerdos del Reino Unido con Francia y la UE.
George Eustice, ministro británico para el Medio Ambiente, la Alimentación y los Asuntos rurales, declaró el viernes a la BBC: «Evidentemente, podemos aumentar los controles de los barcos de pesca franceses, tal como hacen las autoridades francesas con los barcos de nuestros pescadores».
Tras la batalla de posiciones, los gobiernos de Emmanuel Macron y Boris Johnson hacen lecturas muy distintas de los acuerdos angloeuropeos y francobritánicos en materia pesquera.
En Bruselas, Thierry Breton, comisario europeo responsable del Mercado Interior, comenta la crisis en estos términos: «De momento, los abusos y tergiversaciones no están muy compartidos. Por ahora, la buena fe no está de parte británica». En París, Anick Girardin ministra del Mar, presenta la crisis de este modo: «Londres no ha respetado el número de licencias y permisos de pesca acordados para los pescadores franceses». En Londres, los portavoces gubernamentales hacen una lectura diametralmente opuesta de los mismos acuerdos: «Hemos acordado el 98 % de las peticiones de licencias y podremos examinar otros».
Más allá de interesadas «contabilidades», se trata de una crisis de cierto calado sobre el alcance real de los acuerdos del Brexit y sus prolongaciones. Londres y París hacen lecturas enfrentadas de unos acuerdos que tienen muchos otros flecos de tensión: inmigración ilegal, Irlanda, tráficos y controles aduaneros.
Sin duda, Emmanuel Macron y Boris Johnson pudieran intentar, en Roma, desactivar esta crisis en conversaciones informales al margen del G-20. Pero la crisis estrictamente pesquera complica el resto de los contenciosos bilaterales, europeos y trasatlánticos.
La justicia francesa no juzgará hasta el año que viene al capitan del arrastrero inglés detenido en el puerto de Le Havre. La incierta suerte del patrón y la modesta embarcación especializada en la pesca de arrastre afecta a todo el sector. Y mucho más allá.
Macron y Johnson podrían verse hoy en Roma en el marco del G-20 para rebajar la tensión de la crisis de la pesca
Mayores controles
Tratándose de diferencias de interpretación de acuerdos europeos, ese contencioso afecta automáticamente al futuro del Brexit y las relaciones de Londres con París y la UE. El Gobierno de Emmanuel Macron ha amenazado con una política de controles en las fronteras marítimas y terrestres, dejando en suspenso cortes del suministro de electricidad a las islas anglonormadas, territorio inglés rodeado de aguas territoriales francesas.
En ese marco, el acuerdo Aukus (acrónimo inglés de Australia, Reino Unido y EE.UU.), acompañado de la ruptura de un contrato de venta de submarinos franceses a Australia, ha atizado otras tensiones igualmente inflamables.
Para Londres, Aukus es el ‘símbolo’ del nuevo puesto del Reino Unido en la nueva geografía estratégica mundial. Para Macron, el acuerdo es una puñalada por la espalda para Francia y para el resto de los aliados europeos. Los encuentros bilaterales de Macron con Joe Biden y Boris Johnson, en Roma, pueden diluir tensiones, sin zanjar los problemas de fondo.