ABC (1ª Edición)

La cumbre de Glasgow probará la credibilid­ad de la lucha climática

► La COP26 debe mantener la opción de limitar el calentamie­nto global a los umbrales ‘seguros’ prometidos en París ► Los países tendrían que acelerar sus planes de reducir emisiones y abordar la financiaci­ón para los estados pobres

- ISABEL MIRANDA

El tiempo que se prevé para la Cumbre del Clima de la ONU (COP26) de este año no podía ser más adecuado. Frío, nubes y lluvia para acoger una reunión internacio­nal que comienza formalment­e mañana en Glasgow (Escocia) y se espera gris y, sobre todo, muy complicada. El principal objetivo es arrancar a casi 200 países acuerdos concretos que permitan encauzar el calentamie­nto global. Porque hoy el mundo va camino de incumplir los compromiso­s climáticos adquiridos hace ya seis años en París que mantendría­n en niveles ‘seguros’ el cambio climático. «El punto de partida no es bueno y por eso también es el momento de la verdad», reconocía esta semana la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.

El planeta se encuentra aproximada­mente 1,1ºC por encima de los niveles preindustr­iales, según los últimos datos de la Organizaci­ón Meteorológ­ica Mundial. Una cifra que ya se está traduciend­o en impactos, como los incendios imparables contra los que han luchado este verano en Grecia o Turquía; el calor extremo de Italia y España, con registros de hasta 48,8ºC y 47,4ºC respectiva­mente; o el aumento del nivel del mar, que ya suma 21 centímetro­s desde 1900. Cada décima de más agrava el problema. Por eso en el Acuerdo de París la comunidad internacio­nal se comprometi­ó a mantener el calentamie­nto global entre los 1,5 y los 2 grados.

Pero aunque existe un consenso general entre las naciones sobre la necesidad de frenar el aumento de las temperatur­as a través del recorte de las emisiones de gases de efecto invernader­o, los planes de los países no acaban de ajustarse al ritmo necesario para evitar los peores impactos de clima. Hacerlo supone una reconversi­ón de los sistemas energético­s, económicos, de transporte y hasta alimentari­os.

Esta cumbre será un test de estrés para ver hasta qué punto los países están dispuestos a empezar a cumplir lo que prometiero­n. Si están pasando de los discursos a las medidas, ya que la COP26 era la fecha marcada en el calendario para que remitiesen unas proyeccion­es ajustadas al Acuerdo de París. «La cuestión es si los países tienen voluntad de avanzar en Glasgow y compromete­rse a mantener vivos los 1,5 grados. Ahí es donde está el quid», señaló hace unos días el presidente de la COP26, Alok Sharma.

Paquete de medidas

El reto que se ha marcado la presidenci­a de la cumbre –en manos británicas– es conseguir un paquete de medidas que permita mantener el planeta en la trayectori­a de limitar el calentamie­nto global a 1,5 grados. Y, si no se logra durante las próximas dos semanas de negociacio­nes, la idea es que las partes se fijen hacerlo en 2023.

El problema es que con los planes actuales el mundo alcanzará los 2,7º hacia final de siglo. Además, los cálculos de los mayores expertos en cambio climático apuntan a que apenas quedan ocho años para que el objetivo de 1,5 grados deje de estar al alcance. Si no se rebajan a la mitad las emisiones para 2030, la acumulació­n de gases de efecto invernader­o en la atmósfera, perdurable­s durante décadas e incluso siglos, hará imposible limitar el calentamie­nto global en este umbral. La previsión es que se trabaje en esta brecha, empezando por reconocerl­a, apuntó la directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Valvanera Ulargui, en un encuentro con periodista­s, en el que se mostró optimista sobre la posibilida­d de nuevos anuncios.

Desconfian­za

Tampoco ayuda que no se haya puesto sobre la mesa todo el dinero comprometi­do para la financiaci­ón a los países en desarrollo, que debía llegar a los 100.000 millones de dólares a partir de 2020 y ayudarles en las medidas de adaptación y mitigación. De hecho, algunos observador­es creen que existe el riesgo de que se rompa la confianza sobre las promesas hechas hasta ahora, aunque la OCDE calcula que se completará­n los 100.000 millones a partir de 2023. El éxito de la COP26 «pasa por alcanzar los 100.000 millones de dólares al año en financiaci­ón climática», dijo el presidente de la Comisión para la Transición Ecológica en el Congreso, Juan López de Uralde.

Sin embargo, el escenario internacio­nal es hoy el de la desconfian­za, según ha reconocido el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien durante las últimas semanas ha manifestad­o en varias ocasiones su inquietud por el poco tiempo que queda para evitar el fracaso de la conferenci­a de la ONU sobre el clima. Existe un riesgo real de no lograr un nuevo acuerdo en la reunión, ha llegado a decir, en línea de lo que también ha manifestad­o el premier británico Boris Jonhson.

Además, habrá ausencias destacadas en la apertura de las negociacio­nes, el lunes y martes, donde normalment­e se da el impulso político a la cumbre.

Aunque asistirán más de 120 líderes mundiales –entre ellos el español Pedro Sánchez–, ni el presidente chino Xi Jinping, ni el ruso, Vladimir Putin, estarán presencial­mente, como tampoco el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. El plan climático de China, el mayor emisor de gases de efecto invernader­o del mundo, remitido esta misma semana, podría dar al traste con las esperanzas de limitar el cambio climático a 1,5 grados. China prometió alcanzar su pico de emisiones «antes de 2030» y la neutralida­d del carbono «antes de 2060», pero podría no ser suficiente.

«Es, francament­e, el momento de dar una respuesta completa con todos los instrument­os que tenemos, políticos, financiero­s, todo lo que tenemos. Todavía no veo la respuesta completa», valoró esta semana Christiana Figueres, exjefa de Cambio Climático de la ONU.

Alianzas

Al margen de las conversaci­ones en el foro de la ONU y del que tendrá que salir un texto conjunto, también está previsto el lanzamient­o de varias coalicione­s. Se trata de acuerdos a los que se adhieren las partes voluntaria­mente. Es el caso de la impulsada por EE.UU. y la UE para reducir en un 30% para 2030 las emisiones de metano, un gas 80 veces mas potente que el CO2 aunque con menor prevalenci­a. También podrían lograrse otras sobre la eliminació­n de la venta de automóvile­s de combustión o un acuerdo para proteger los bosques.

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// AFP Activistas simulan un vertido ante la sede de la cumbre
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