ABC (1ª Edición)

Miembros de la RAE cuestionan el futuro del bable como lengua cooficial

► El proyecto tendría un gran coste y pocas posibilida­des de incidir en la realidad, según varios académicos

- BRUNO PARDO PORTO

Hay un aforismo recurrente atribuido a Max Weinreich que reza que «una lengua es un dialecto con un ejército y una fuerza naval». Tiene gracia, y lo que señala es que las fronteras entre un término y otro no están muy claras, tal y como señaló en su día el académico Gregorio Salvador, fallecido en 2020. Con el bable, que ahora podría convertirs­e en la lengua cooficial si se aprueba la reforma del Estatuto de Autonomía de Asturias, se ha discutido mucho al respecto, y las posiciones dominantes han bailado bastante. Hasta 2014, la Real Academia Española (RAE) recogía en su Diccionari­o que el bable era el «dialecto de los asturianos», una denominaci­ón que levantaba resquemore­s y que fue modificada tras una propuesta de Iniciativa pol Asturianu. Ahora, la institució­n define el bable como una «variedad actual del asturleoné­s», y lo plantea como sinónimo de asturiano, que es el nombre que prefieren en la Academia de la Llingua Asturiana. Ni rastro de dialecto.

«No tenemos una posición oficial al respecto», asevera Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, al otro lado del teléfono. En la Docta Casa hay muchos matices al respecto. Veamos... Paz Battaner, lexicógraf­a y directora del Diccionari­o de la RAE, apunta que «toda lengua es un dialecto y todo dialecto es una lengua». ¿Y el asturiano? «Es una lengua reducida en extensión, un dialecto del latín». Para Pedro Álvarez de Miranda, también de la Docta Casa, estamos ante «una cuestión en la que pesan más los factores políticos que los factores lingüístic­os», y tendríamos que «despolitiz­arla, desdramati­zarla». «El concepto de dialecto es bastante impreciso, y sobre todo tiene mala prensa. Parece como si el dialecto fuera una lengua de segunda categoría o de segunda división. Y no es exactament­e así. Hablamos de un concepto más bien histórico», afirma. La diferencia, según él, tiene bastante que ver con la fijación escrita de un habla: si hay mucha estamos más cerca de una lengua, y si no puede que estemos ante un dialecto. «Nadie quiere ser dialecto, todos quieren ser lengua. Supongo que es legíti

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