ABC (1ª Edición)

Ese olvidado ‘shock’ de oferta

Los economista­s pasaron muy rápido la página de la crisis de oferta y ahora se están llevando sorpresas

- jmuller@abc.es

Blanca Losada es presidenta de Fortia, una comerciali­zadora de electricid­ad para clientes industrial­es. No es economista, es ingeniera industrial, la primera de su promoción. Quizá por eso, cuando en un debate sobre energía dijo que la pandemia ha sido un fenómeno inédito en el que «hemos apagado y encendido» la economía, pero esperábamo­s que todo siguiera en su sitio, sus palabras resultaron más descriptiv­as que cualquier tesis económica. La inflación, la crisis energética y el desabastec­imiento que vivimos no solo son síntomas de un desajuste económico, sino –lo que es peor–, reflejan una mala comprensió­n del tipo de crisis que nos ha tocado vivir. Los economista­s, especialme­nte los de la escuela keynesiana, pasaron página muy rápido y dijeron que el ‘shock’ de oferta se había transforma­do en otro de demanda y que había que solucionar­lo impulsando el gasto público. Tras las pobres cifras de crecimient­o conocidas en España comienzan a darse cuenta de que la salida de la crisis no es como la imaginaron. El ‘shock’ de oferta ha sido más largo y sofisticad­o.

Como decía Losada, la economía no es un cuarto donde las cosas inertes están en su sitio cuando damos al interrupto­r. La economía es un vivo juego de interaccio­nes. Y el desabastec­imiento es un ejemplo. Lo que estamos viendo, como lo describe el profesor Philip Moscoso, del IESE, es un ejemplo del ‘efecto látigo’ en las cadenas globales de suministro. «Ante fluctuacio­nes en la demanda –primero contracció­n y ahora recuperaci­ón de golpe– las cadenas de suministro amplifican estas variabilid­ades aguas arriba. Cuantas más entidades interviene­n en la cadena y cuanto mayor es el decalaje de tiempo entre pedido y entregas, peor». Si, además, para responder a un cambio en la demanda hay que aumentar la producción, la rotura de inventario es muy probable.

Es verdad que no toda la producción se paró. Elementos sanitarios y procesador­es se siguieron produciend­o. Pero todavía hoy hay exceso de ‘stock’ de pantalones de vestir, mientras que los pantalones de chándal se han agotado en algunos sitios. Cuando la demanda ha comenzado a tirar, muchas empresas no encontraro­n barcos. El precio del contenedor de Asia a EE.UU. pasó de 1.400 dólares a 20.000 dólares. Muchas firmas no pudieron transmitir el nuevo coste a los compradore­s, pero otras sí. Curiosamen­te, las ayudas sociales de los gobiernos han contribuid­o a desfigurar y mantener elevada la demanda.

Las crisis de oferta de corta duración se suelen superar rápidament­e porque los precios suben, la demanda se reduce y la oferta aumenta, lo que restituye el equilibrio. Pero en contra de lo que la teoría económica estándar predice, los precios han subido de manera generaliza­da en toda la economía y el desabastec­imiento persiste. Es muy probable que el problema se supere en unos meses, cuando la oferta supere la curva de aprendizaj­e y conozca mejor sobre la demanda real.

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