La iniciativa pionera ecologista de Carlos III
La exposición ‘Peces de los mares de España’, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, muestra los dibujos de un proyecto español del XVIII que fue vanguardia
El censo marino buscaba ensalzar nuestro patrimonio natural y avisar de la amenaza de la pesca de arrastre
Afinales del siglo XVIII ni Greta Thunberg ni el término ecología existían, pues esto último lo inventó el naturalista alemán Ernest Haeckel cien años después. Sin embargo, en nuestro país ya se dio carta de importancia a un proyecto pionero en Europa llamado ‘Colección de los peces y demás producciones de los mares de España’, con el que ensalzar el patrimonio natural nacional y alertar de la amenaza de los nuevos sistemas de pesca de arrastre, aún hoy devastadores. Y de ayer a hoy, donde lo verde y lo sostenible, cual nobleza, obligan. Así, una exposición en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que se puede ver hasta el 9 de enero de 2022, recoge esta colección de estampas promovidas por Carlos III para reunir aquellas riquezas pesqueras o especies marinas «como un tesoro nacional».
Presentada la idea al monarca en 1785 por su ministro José Moñino, conde de Floridablanca, a la sazón también fundador de la Real Calcografía en 1789, en su vertiente económica se buscaba promocionar la pesca en los litorales para demostrar la diversa abundancia de nuestras costas y, de paso, no depender tanto de las importaciones.
Pero entró en escena el otro ideólogo del proyecto, Antonio Sáñez Reguart, un erudito y gran conocedor de la pesca nacional que introdujo esta variable de ecologismo insólito.
De hecho, este visionario, en su ‘Diccionario histórico de los artes de la pesca nacional’, publicado entre 1791 y 1795, ya señalaba el peligro de cargarse el fondo marino: «Al arrastrar ciertos suelos planos, poco profundos y cubiertos de plantas marinas, se destruirían los huevecillos allí depositados; y también ciertos insectos que serían el primer alimento de las crías; asimismo, se va arrancando la cubierta vegetal del fondo con lo que también va disminuyendo el pasto y el abrigo para muchas especies que tendrían allí su domicilio […] por efecto de tracción, el arrastre por el suelo y la disposición del arte, el fondo de la red se tupe enseguida, por lo que no discriminará especies ni tamaños, atrapando numerosos ejemplares juveniles que, además, quedarían muy macerados por la sobre presión del copo, debiendo ser devueltos, inservibles para el consumo humano, al mar».
Así describen al docto Sáñez Reguart: «Era un personaje increíble, que publicó un diccionario de cinco volúmenes impresionante de grande sobre las artes de la pesca. Advertía ahí de lo que ahora somos muy conscientes, pero, en aquel momento, tiene la osadía de darse cuenta del futuro. Incluso
Carlos III, a través de Floridablanca, le encarga una ordenanza de pesca para regular las capturas. Es un proyecto de una actualidad brutal», explica el comisario de la muestra y académico delegado de la Calcografía Nacional, Juan Bordes. «En favor de Carlos III digo: Sabio es el que se rodea de sabios», añade.
La colección de acuarelas y grabados de esta exposición, titulada ‘Peces de los mares de España’, era, pues, un censo de las especies de las costas españolas, con sus lubinas, brecas o mugles, y al que contribuyó de manera fundamental el dibujante Miguel Cros, un desconocido artista alemán que realizó cerca de quinientos dibujos de enorme calidad, de los que hoy se conservan trescientos cuarenta y tres en la Biblioteca del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Thriller entre pescados
De las acuarelas, ciento treinta y dos se trasladaron al cobre por los grabadores Miguel Gamborino y Manuel Navarro. Sin embargo, aquí aparece el ‘villano’, el coordinador del grabado de las láminas y el coloreado de sus estampas, el disecador Juan Bautista Bru de Ramón, que se adjudicó la empresa al incluir solo su firma, y no la de los verdaderos grabadores ni del dibujante, embolsándose los 36.000 reales de sueldo.
Y hay más. «El dibujante Cros, de repente, desapareció misteriosamente sin dejar trazas, el 1 de mayo, justo después de hacer el trabajo, probablemente por un accidente o asesinato», cuenta el comisario. Y, aunque de este alemán nunca más se supo, sobre los manejos de Bru ‘el falsario’ sí se sabe que recibió un correctivo... que el tiempo consiguió evaporar. «Ya en aquel momento el vicedirector y bibliotecario, Clavijo Fajardo, que era un canario que estaba al frente del gabinete, le denuncia. Pero, al final, todo se ha ido transmitiendo y han desaparecido los verdaderos autores. El proyecto, aparte de ser importante, es también atractivo por esta especie de novela que hay detrás».
Finalmente, el ambicioso registro de los mares españoles acabó inconcluso. «Al morir Carlos III, su sucesor le retiró el favor a Floridablanca, y a Sáñez Reguart le pidió que volviera a su diccionario. Esto se quedó sin publicar». O sea, no se terminaron de hacer en grabados todos los dibujos de Cros y el conjunto de material incompleto acabó en Calcografía Nacional, institución de la que Bordes es académico actualmente y cuyo proceso de interés por esta historia primero nació del disfrute visual («son dibujos muy bonitos») para luego descubrir su importancia a nivel de vanguardia europea. «Es donde primero se enuncian estas preocupaciones de la destrucción de los fondos marinos. Después no se vuelve a producir durante mucho una voz de alarma ni en Europa ni nada».