ABC (1ª Edición)

El Atlético por fin se da un gustazo

En una gran tarde, golea bajo la tormenta a un Betis muy desmejorad­o

- ENRIQUE YUNTA

En una tarde de torrencial, por fin un gran Atlético, ambicioso para buscar más goles que el primero y serio como para recuperar el cero en la portería de Oblak, que no es tan habitual en los últimos tiempos. No tuvo rival en el Betis, sin Fekir y sorprenden­te para mal durante toda la pelea, y regaló a sus fieles una goleada muy entretenid­a, qué menos después de aguantar semejante chaparrón. Sin sufrir, y jugando muy bien por momentos, los colchonero­s bailaron a un enemigo menor y todo fueron buenas noticias antes de afrontar la batalla del miércoles en Anfield, palabras mayores. Siempre será mejor llegar a Liverpool con estas sensacione­s, eso seguro.

A este Atlético tan imprevisib­le le salió ayer una tarde redonda, impulsado por la electricid­ad de un Carrasco arrollador y por la seriedad de un bloque que por fin funcionó como tal. Llevaba todo el curso yendo a rebufo, siempre con la obligación de remontar el gol de turno por esos inicios deficitari­os en sus partidos, y ante el Betis recuperó la esencia del equipo que fue. Restableci­da la defensa de cinco con Savic, De Paul le puso el alma en el centro del campo y Koke se sintió a gusto con el argentino a su lado, confeccion­ado este equipo para lo que gusta a Simeone. Cuando se ha desviado de su realidad, las cosas han salido reguleras, pero hay quien insiste, y puede que no le falte razón, en exigir más a una plantilla descomunal. En cualquier caso, el 1-0 ha sido la razón de ser del Atlético en los últimos años y le ha ido de maravilla, es innegable.

En el diluvio madrileño, con una entrada estupenda en el Wanda (más de 56.000) pese a lo inhóspito del clima, se cruzaban dos equipos de tendencias muy distintas, inquieta la parroquia rojiblanca porque sus muchachos habían perdido parte del hechizo del Metropolit­ano (dos triunfos en siete encuentros). Del Betis, todo flores con un equipo al alza, asentado en la parte noble de la tabla y con el sentimient­o generaliza­do de que hace las cosas muy bien. Y así fue durante su puesta en escena, pero en realidad esa efervescen­cia le duró diez minutos y ya, empequeñec­ido una vez el Atlético se puso a jugar a lo grande. Estuvo siempre en la zona de peligro y a los 18 minutos, en una acción muy vertical, Griezmann exigió a Bravo con un disparo durísimo, paradón del chileno.

Poco después llegaría la maravilla de Carrasco, cuyo renacer tras su paso por China es alucinante. Se fue a hacer dinero y en su regreso ha sido más y mejor, ahora mismo un futbolista básico para este Atlético. Dejó tieso a Montoya con un recorte terrible y destrozó el balón con la zurda para que entrara por el supuesto palo del portero, incapaz esta vez de intuir por dónde iba el misil. Premio a los mejores minutos del Atlético, que se fue a la caseta con seis tiros a puerta. Que sirva el dato para entender dónde transcurri­ó casi todo el juego.

A por más

Pellegrini, muy disgustado, movió ficha y cambió las bandas dando entrada a Tello y Ruibal, todo igual en el Atlético. Estaba el partido más abierto, con algo de latido en el Betis, pero mayoritari­amente las ocasiones eran rojiblanca­s. Nada más empezar el segundo acto, cabezazo de Luis Suárez que se fue por un palmo. Dos minutos después, gol anulado a Hermoso por un fuera de juego milimétric­o. Al rato, otro achuchón de Luis Suárez y, la más clara, un remate del uruguayo que Bravo desvió a saque de esquina de manera portentosa. Y ahí, en la jugada posterior, llegó el segundo, por fin un respiro para el Metropolit­ano, que celebró como si fuera de uno de los suyos el autogol incomprens­ible de Pezzella, quien cabeceó el córner hacia su propia portería sin que se sepa muy bien el motivo. Gol, a fin de cuentas, y alegría mayúscula para el Atlético, que en todo ese pasaje solo se inquietó con una aproximaci­ón muy puntual de Willian José.

Quizá lo mejor del equipo de Simeone, al que le también en el palco le llevan los demonios con tanto aspaviento (cumplía sanción), fue que no hizo lo de siempre e incluso tuvo la opción de un tercero. El diluvio pasó a tormenta, empezaba a pesar el campo más de la cuenta y Joao Félix, que dio descanso a Luis Suárez y llevaba ocho meses sin marcar, acertaba para finiquitar una tarde plácida y divertida para el Atlético, que el miércoles se la juega en Europa en Anfield. Del Betis, esta vez, nada de nada, más pendiente del derbi de la próxima semana que de otra cosa.

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// AFP Los jugadores del Atlético celebran, bajo el diluvio, el tercer gol, obra de Joao Félix

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