¿Qué es cazar?

El de los tiradores y el de los cazadores son dos colectivos diferentes

No gasto redes sociales, ni siquiera WhatsApp, pero a través del correo electrónico me mantengo al día de la actualidad cinegética y recibo las noticias del sector, notas de prensa y los cotilleos de mis amigos que me filtran lo que se cuece en esos modernos mentideros.

Últimamente varios temas parecen girar alrededor de una cuestión de fondo que podría resumirse con la pregunta: ¿Qué es cazar? Tampoco en el ABC de la Caza hemos sido ajenos a estas inquietudes y algunos de nuestros colaboradores tratan directa o indirectamente este tema. Para empezar, Pablo Ortega Sánchez de Lerín, hijo del homónimo colaborador de esta sección y último fichaje de la saga de Ortegas que escriben sobre caza, arroja luz desde el punto de vista legal en la página siguiente. También Juan Antonio García Alonso comparte con nosotros la reavivada polémica sobre los leones de bote o de peluquería, como sarcásticamente los denominan algunos.

Personalmente, a mí, que se críen leones para matarlos después no me parece tan llamativo; aquí se hace continuamente con jabalíes, por ejemplo, y pocos se rasgan las vestiduras por eso. Lo que sí entiendo que irrite es que se dé gato por liebre, nunca mejor dicho, y que se intente hacer pasar estas actividades como caza.

Uno de los argumentos de los aficionados a estas prácticas es que son legales; correcto pero, por ejemplo, que el tiro a pichón sea legal no implica que sea lo mismo que cazar palomas. No me gustaría que se entienda que reduzco el problema a una mera cuestión semántica, sé que el tema tiene más recorrido; pero, sin entrar en disquisiciones éticas, se debería aceptar al menos que para que la caza sea tal debe realizarse sobre animales salvajes y que, al igual que no es necesario haber matado para cazar, el hecho de matar a un animal no significa que se haya cazado.

Mientras se desata la refriega por el leonicidio, algunos apelan a la necesidad de unión del colectivo cinegético. Y así seguiremos hasta que no se entienda que el de los tiradores y el de los cazadores son colectivos diferentes, que no comparten las mismas inquietudes ni los mismos objetivos, y hasta que no comprendamos y aceptemos qué es la caza en realidad, sin mezclar churras con merinas.