ABC (1ª Edición)

¿Reforma o refrito?

De poco sirve la palabrería vacua como «modernizac­ión», cuando se nos ofrece un marco cuyo cuadro está aún por pintar

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

ESTO parece aquel chiste que contaba Sebastían Haffner a propósito de la lucha de sexos. Llegan dos judíos al rabino para que decida sobre su pleito. El primero expone sus argumentos y el rabino le dice «Tiene usted razón». Expone a continuaci­ón los suyos el segundo y el rabino asiente «usted tiene razón». «¡Pero rabino, no puede dar la razón a los dos!», exclama un espectador. A lo que el rabino admite «pues usted también tiene razón».

Es lo que ha hecho Pedro Sánchez con la reforma laboral de Rajoy, dando la razón tanto a Yolanda Díaz, que quiere derogarla, como a Nadia Calviño que quiera sólo retocarla. De entrada, parece que se ha impuesto la primera, al haberse admitido la palabra «derogar» en el anuncio del acuerdo. Pero se pone uno a examinar los detalles y se encuentra con párrafos como «derogación de la limitación al ámbito temporal del convenio colectivo haciendo llegar más allá de las previsione­s contenidas en el mismo tras la financiaci­ón de su vigencia y hasta la negociació­n de uno nuevo», que recuerda a Groucho Marx con aquella «primera parte del segundo...», junto a la enmascarad­a realidad de haberse firmado entre PSOE y Podemos un preacuerdo general en el que habrá que concretar los puntos conflictiv­os. Sabiendo todos que el demonio se esconde en los detalles se ve la trampa. Más, si se le añade que el acuerdo final tiene que ser respaldado por los «agentes sociales», esto es, por sindicatos y patronal, algo que la pequeña y mediana empresa nunca aceptarán, al derogarse «la prioridad de los convenios de empresa sobre los sectoriale­s», porque ello significar­ía su suicidio, se da uno cuenta de que estamos ante el truco del almendruco o algo peor: un timo a todos, Bruselas y gran público incluidos.

De poco sirve la palabrería vacua como «modernizac­ión», «actualizac­ión», «nuevo modelo de relaciones laborales», cuando se nos ofrece un marco cuyo cuadro está aún por pintar. Pero Sánchez se ha superado esta vez a sí mismo, vendiendo humo, aire, polvo. Isabel Rodríguez, portavoz del gobierno, al hacer el anuncio, dijo que «la reforma laboral se encuentra en su último tramo», cuando le faltan por salvar los escollos más difíciles. Si hay un detalle ilustrativ­o es el de las dos vicepresid­entas al salir del Consejo de Ministros en que se aprobó el bodrio. En teoría, ambas habían salido vencedoras. Pero sólo Yolanda Díaz habló ante los micrófonos con aire de vencedora. Mientras Nadia Calviño se escabullía de la prensa.

En realidad, ambas han salido vencidas por su jefe, al haber sido engañadas, como veremos cuando la realidad se imponga a la ficción.

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