ABC (1ª Edición)

Zuckerberg

Es lo más revolucion­ario que ha conocido el negocio digital, lo más brillante que ha pasado en internet desde su propia creación y expansión

- SALVADOR SOSTRES

ÉL fue quien descubrió la publicidad ligada a los datos y todo lo demás es comedia y los comediante­s que le han copiado. Zuckerberg es un genio y con su genio ha cambiado el negocio y por lo tanto el mundo. Instagram o Whatsapp o Messenger redundan en la idea fundamenta­l de Facebook: más datos, publicidad más dirigida, beneficios aún más extraordin­arios. Insultar a Zuckerberg es tener más miedo que esperanza.

América continúa inventando, ensanchand­o los límites de lo conocido, y Europa continúa legislando. Es cierto que algunas normas son necesarias, y un cierto marco de referencia aunque no signifique en sí mismo un avance, pero la distinta suerte de las dos Uniones no hace falta comentarla. Los motivos son igualmente evidentes pero nunca está de más subrayar el poder devastador de cualquier forma de socialismo, incluida la socialdemo­cracia, y el vigor y la prosperida­d de la libertad.

Con Zuckerberg las empresas ahorran mucho dinero en publicidad, sabiendo cómo dirigir sus campañas. También nosotros nos beneficiam­os recibiendo anuncios que nos interesan mucho más y nos resultan por lo tanto menos cargantes. La reacción aldeana y pacata sobre la protección de los datos, como el honor vinculado a la entrepiern­a, nos retrata en el triste papel de parias que una vez más no hemos entendido nada y exhibimos un falso orgullo, grotesco y trasnochad­o, cuando vendimos al Diablo la verdadera dignidad, y muy barata, creyendo que éramos más listos.

Mis amigos más afectados y petulantes ensayan toda clase de posturitas en las redes sociales, con Instagram como la plaza mayor de los pretencios­os, y luego claman contra la globalizac­ión y se hacen los puristas del kilómetro cero. Son no más que tontas ovejitas obedientes engordando el negocio más global y descarnado, y más brillante; y el señor Zuckerberg los exprime y los usa mientras ellos se atragantan con sus ridículas proclamas. He de decir que hay pocos placeres que se parezcan al de ver cómo le cae la sábana al fantasma y detrás no había nada.

Zuckerberg es lo más revolucion­ario que ha conocido el negocio digital, lo más brillante que ha pasado en internet desde su propia creación y expansión, y con su informació­n no sólo es infinita la riqueza que se crea sino que se han ganado elecciones y referendos, algunos de ellos tan relevantes como la presidenci­a de Trump o el Brexit. Más allá de la opinión que tales resultados a cada cual le merezcan, haber creado el mecanismo, y haberlo sofisticad­o, y saberlo dirigir hacia un objetivo concreto, es uno de los hallazgos más cruciales de nuestra era, y nuestra defensa –si es que tenemos que defenderno­s– no puede ser tratar de destruirlo, en tanto que nunca podemos dejar de saber lo que ya sabemos, sino en aprender a usarlo con más precisión, que es en lo que consiste el progreso, y ganar, y ser mejor.

Detrás de cualquier turba escandaliz­ada hay un genio que acumula ganancias. Si no puedes ser Zuckerberg –yo tampoco– por lo menos que no parezca que eres un idiota.

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