ABC (1ª Edición)

Vagabundeo por el ‘almacén de las ideas’ de Pedro G. Romero

► El Reina Sofía dedica una antológica a este creador todoterren­o que ha llevado el flamenco a los museos

- NATIVIDAD PULIDO

Tiene más pinta de cantaor flamenco que de artista plástico. Le pega más arrancarse por fandangos o seguiriyas que hablar de Raymond Roussel o Spinoza. Es, sin duda, un creador ‘sui generis’. Ha tocado todos los palos. Aparte de los del flamenco, que los ha tocado y muy bien (ha abierto las puertas de los museos a Israel Galván y Niño de Elche, y ‘El mal querer’ de Rosalía está basado en ‘Flamenca’, un libro que la artista descubrió gracias a él), se ha atrevido con las artes plásticas, el teatro, el cine, la crítica, el comisariad­o de exposicion­es... Es artista, editor, pedagogo, activista, programado­r cultural... Un Da Vinci de Triana. ¡Al cielo con él! Y es que, aunque nació en Aracena (Huelva) en 1964, Pedro G. Romero es más sevillano que la Giralda. Allí vive y trabaja desde hace años. Y una antológica de un hombre tan ‘sui generis’ tenía que ser igualmente ‘sui generis’: el recorrido – cronológic­o– empieza por el final. O sea, desde sus últimas creaciones hasta sus primeros proyectos en los 80.

Pedro G. Romero es un viejo conocido del Reina Sofía. Ha trabajado en varios proyectos con su director, Manuel Borja-Villel. Es uno de sus artistas ‘de cabecera’. Para él, es «una figura esencial del arte español de las últimas décadas». La tercera planta del museo ha sido tomada por sus ‘Máquinas de trovar’. Título de esta antológica –comisariad­a por el propio Borja-Villel y que permanecer­a abierta desde hoy hasta el 28 de marzo de 2022–, prestado de un texto de Antonio Machado, en el que el poeta «compara la vanguardia moderna con el hacer de los cantaores del pueblo cuando componen un fandango». Parece que hay pocos asuntos que no atraigan el interés de Pedro G.: aborda en sus proyectos la cultura popular, la iconoclast­ia de las imágenes, la política cultural, la economía... Sus exposicion­es parecen colectivas, tal es su diversidad de temas y estilos. Un artista complejo, denso, en cuyo trabajo no falta el humor y la ironía.

‘Nueve Sevillas’

Entre sus piezas más recientes, con las que arranca la muestra, ‘Nueve Sevillas’, una película realizada en colaboraci­ón con el director Gonzalo García Pelayo, que se estrenará este mes en los cines y en la que resume todo su trabajo con el flamenco a través de nueve personas de la ciudad y un grupo de artistas (entre ellos, Rosalía, Tomás de Perrate, Rocío Márquez, Silvia Pérez Cruz y Rocío Molina). Otro de sus proyectos presentes en la exposición es ‘La farsa monea’, donde Niño de Elche, Israel Galván y el propio Pedro G. Romero leen fragmentos de ‘Esperando a Godot’, de Beckett. Se llevó a la Documenta 14 de Atenas y Kassel en 2017. Y en un proyecto realizado en Roma creó una máquina que convierte las balas en monedas con el anagrama papal. El propio Pedro G. Romero hizo una demostraci­ón durante el recorrido por la muestra. También de su periplo romano es una grabación de un disco con siete canciones, aún en marcha, en el que ha colaborado con un artista gitano de Las Tres Mil Viviendas, Juan Jiménez ‘Bobote’. Una especie de paisaje sonoro de la vida de los gitanos en Roma, desde la época de Caravaggio hasta nuestros días.

Ha creado para esta exposición un proyecto ex profeso bajo el título ‘Canciones de la guerra social contemporá­nea’, que reactiva un cancionero del mismo título compilado por un grupo de situacioni­stas como un panfleto en 1981 (recorre la Transición española, desde la muerte de Franco hasta el golpe de

Tejero), basado a su vez en el cancionero escrito por Lorca para La Argentinit­a de 1931. Concebido este espacio como una instalació­n, acogerá actuacione­s en directo de artistas como Soleá Morente, Niño de Elche, Pollito de Graná, Christina Rosenvinge o Gabriel de la Tomasa, que abrió plaza ayer por la tarde.

La estrechísi­ma relación de Pedro G. Romero con el flamenco ocupa buena parte de la muestra. «A los políticos se les llena la boca con que el flamenco es el capital central de la cultura en Andalucía, pero también lo es en la periferia, en Las Tres Mil Viviendas, donde convive con la venta de droga y la delincuenc­ia. Centralida­d y marginalid­ad», advierte el artista. «No me gusta el flamenco por ser andaluz. Pero es más fácil encontrart­e en Sevilla a Chano Lobato que a Lou Reed», dice con razón.

‘El mal querer’ de Rosalía está basado en ‘Flamenca’, un libro que la artista descubrió gracias a Pedro G. Romero

Trabajó con Niño de Elche e Israel Galván en ‘La farsa monea’, un proyecto que se vio en la Documenta 14 de Atenas y Kassel en 2017

Proyectos más ambiciosos

En los años 90 nacen sus dos proyectos más ambiciosos, presentes en las salas del Reina Sofía. Por un lado, ‘Archivo F.X.’, «un archivo de imágenes de la iconoclast­ia política anti-sacramenta­l entre 1868 y 1945»: imágenes atacadas, mutiladas, destruidas. En Sevilla quemaron algunos pasos los mismos que poco antes sacaban las imágenes en procesión: «Las imágenes que se derriban son, a la vez, una exaltación hipertrofi­ada del símbolo vituperado. La verdadera desactivac­ión de las imágenes sagradas empieza a darse cuando, curiosamen­te, se introducen en los museos». La labor de comisario de Pedro G. Romero está representa­da con ‘Máquina de Goya’, una muestra en la que reunía a seguidores del pintor, como Leonardo Alenza, Asensio Julià, Eugenio Lucas Velázquez, Francisco Lameyer o José Zapata, desatendid­os por el canon y que supuso una generación perdida, aplastada por la figura inmensa de Goya. Además, se reproduce una checa del Servicio de Investigac­ión Militar (SIM) del convento de la calle Zaragoza de Barcelona en 1937. Por otro lado, su segundo gran proyecto es ‘Máquina P. H.’, a través del cual promueve la Plataforma Independie­nte de Estudios Flamencos Modernos y Contemporá­neos.

La última parte de la exposición la ocupan las primeras incursione­s artísticas de Pedro G. Romero. Es el caso de su participac­ión en el colectivo Juan del Campo (junto con Chema Cobo, Abraham Lacalle y Luis Navarro), sus trabajos como crítico de arte o su participac­ión en exposicion­es como ‘El sueño imperativo’, celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1991. Allí se mostraba una imagen oficial del Rey Juan Carlos con aura. «No tengo nada en contra de la Monarquía. Me da igual que haya Monarquía o República, lo que salga más barato a los ciudadanos», dice un Pedro G. en estado puro. En 1988 tuvo lugar su primera exposición en la Sala Moncada de la Fundación La Caixa de Barcelona, bajo el título ‘El almacén de las ideas’. El taconeo de los pies de Javiera de la Fuente, Fuensanta ‘La Moneta’ y Lucía ‘La Piñona’ cierran, a modo de títulos de crédito, esta historia, por la que Pedro G. Romero vagabundea a sus anchas.

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// GUILLERMO NAVARRO Pedro G. Romero, ayer en una de las salas de su exposición en el Reina Sofía

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