Esa manía de derogarlo todo
Sánchez apuesta por la política de tierra quemada. Lo de menos es si las reformas funcionan o no
ESTE Gobierno, como en su día el de Zapatero, se ha puesto por meta hacer una política de tierra quemada y acabar con todas las reformas que hicieron sus precedesores populares. Lo de menos es si están funcionando o no. Lo ha hecho ya en educación, cargándose la conocida como ley Wert; ha eliminado el factor de sostenibilidad de las pensiones, que permitía ajustar los gastos futuros para evitar la quiebra del sistema, y sigue empeñado en derogar la reforma laboral, a pesar de los datos de empleo, que el Gobierno califica de históricos.
Ayer, desde la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, pedía al PP que arrimara el hombro en lugar de hablar mal de España y regodearse cuando las cifras económicas son malas. Y es cierto que los populares, aparte de algunas medidas excepcionales para hacer frente a la pandemia, apenas han apoyado ninguna de las iniciativas socialistas. Pero también lo es que los gobiernos de Aznar y de Rajoy fueron mucho más respetuosos con las leyes aprobadas por sus predecesores. ¿Se imaginan que el PP, que en su día no apoyó el retraso de la edad de jubilación aprobada en 2010 por el Gobierno de Zapatero, hubiera derogado la ley cuando en 2011 llegó a La Moncloa? No lo hizo, porque eso hubiera supuesto ahondar todavía más en las ya deterioradas cuentas de la Seguridad Social. Por el contrario, puso encima de la mesa nuevos ajustes para garantizar la sostenibilidad futura del sistema.
Cada Gobierno tiene el derecho y la obligación de marcar su impronta en la legislación, faltaría más, pero es más lógico y efectivo aplicar ajustes o correcciones sobre lo aprobado previamente si se detecta que algo no funciona, que acabar con todo y empezar de cero, y eso es lo que pretende Sánchez. Tras suprimir el factor de sostenibilidad, que la ciudadanía ya estaba interiorizando, al ministro de Seguridad Social solo se le ocurre aumentar los impuestos al trabajo, algo que, según advierten todos los economistas, se traducirá en destrucción de empleo. Lo que nos faltaba.