ABC (1ª Edición)

El Consejo de Europa se ‘burla’ de las musulmanas y defiende el velo

Afirma en una campaña financiada por 47 Estados que el ‘hiyab es libertad’

- FRANCISCO DE ANDRÉS

El Consejo de Europa –el viejo organismo paneuropeo compuesto y financiado por 47 Estados del Viejo Continente, la práctica totalidad– acaba de perpetrar uno de sus disparates más sonados, con la campaña publicitar­ia en favor de la no discrimina­ción de las musulmanas que portan el velo islámico (hiyab), una práctica prohibida en las escuelas públicas francesas y cada vez más contestada en otros países occidental­es. El lema de los carteles –‘La belleza de la diversidad’, con una alusión directa al velo femenino musulmán– es una concesión abierta a Turquía y a los poquísimos miembros del organismo con sede en Estrasburg­o (Francia) con mayoría de población musulmana. Habría sido imposible sin la colaboraci­ón o complicida­d de gobiernos y oenegés izquierdis­tas, que relacionan la hostilidad hacia el hiyab con el auge de los partidos de extrema derecha en Europa.

La cólera despertada por los carteles en Francia, el país más sensible a la difusión del velo islámico, llevó ayer al Consejo de Europa a retirar los tuits de su campaña, aunque no su decisión de seguir respaldánd­ola.

La premisa de que el uso del velo por parte de la mujer es ‘una opción personal y libre’ es completame­nte falsa en la mayoría de los países musulmanes –que albergan a la mayor parte de los casi 2.000 millones de mahometano­s– y falaz en Occidente. Portar el velo es una obligación religiosa para la musulmana, y en ella participa no solo su voluntad sino también la de su entorno familiar, que le impele a hacerlo si no quiere cortar los lazos con sus parientes y su comunidad. En los países con un régimen político islamista tiene además fuerza de ley, y conlleva multas y penas de prisión.

El uso del velo islámico, que se extiende entre las niñas y mujeres de los millones de musulmanes europeos para subrayar su identidad, es una causa aparenteme­nte nimia que esconde mucha dinamita. Para los activistas radicales del islam, la prenda femenina musulmana es un símbolo religioso (como el crucifijo cristiano), que debe ser aceptado en Occidente en virtud de la libertad de creencias que este predica.

Algunos estudiosos del islam –una minoría– discrepan del carácter religioso del velo. Se trata, para ellos, de una vieja costumbre de las poblacione­s árabes, más propia de las zonas rurales que de las grandes urbes, y no de una exigencia del Corán. La mayoría de los gobiernos occidental­es se separan también de la visión religiosa del velo. Las normas actualment­e vigentes van dirigidas a asegurar que la prenda femenina musulmana no suponga un obstáculo para la integració­n de las niñas y mujeres musulmanas en las sociedades occidental­es (todos los estudios coinciden en que el hiyab segrega a las niñas en las aulas). También pretenden hacer respetar las reglas de identifica­ción de los ciudadanos en lugares públicos, imposibles con las versiones más radicales del velo como el burka y el niqab.

La contienda entre los propios musulmanes sobre la obligación del velo femenino es antigua. Según algunos, Mahoma la estableció para sus mujeres, turbado al ver cómo flirteaban con hombres que venían a ver al profeta. De la obligación inicial para las esposas de Mahoma se habría pasado a la de las mujeres de «los creyentes», tal como se afirma literalmen­te en el Corán.

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// ABC Uno de los carteles polémicos del Consejo de Europa que pide respetar el hiyab

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