ABC (1ª Edición)

«El nuevo Facebook es heroína mental. Habría que prohibirlo»

► El pensador alemán cree que hace falta una revolución espiritual que dé paso a una sociedad más ética

- JUDITH DE JORGE

A sus 41 años Markus Gabriel quizás ya no pueda ser considerad­o el ‘enfant terrible’ de la filosofía alemana, pero es igualmente brillante y provocador. Director del Centro Internacio­nal de Filosofía en Bonn, lidera el llamado Nuevo Realismo y realiza sugerentes afirmacion­es como que el individuo es algo diferente a su cerebro o que el mundo no existe, ideas que dan título a sus libros superventa­s. Mañana visitará Madrid como asesor del nuevo Centro Internacio­nal de Neurocienc­ia y Ética (Cinet), creado por la Fundación Tatiana Pérez de Gúzman el Bueno. Habla nueve idiomas, incluido el perfecto español con ligero acento germano con el que respondió a esta entrevista. Reflexiona sobre el cerebro y lo que nos hace humanos, pero no se resiste a comentar la actualidad desde su particular punto de vista. Incluso aprovecha para deslizar críticas a Angela Merkel y advertir contra los gigantes tecnológic­os.

—¿Qué aporta un filósofo en un comité de neurocienc­ia?

—El paradigma que reduce el organismo humano a procesos neuronales elementale­s está equivocado. El cerebro es demasiado complejo. Necesitamo­s una revisión del conocimien­to científico para poner en el centro al ser humano en cuanto animal espiritual.

—Usted dice: «Yo no soy mi cerebro». ¿Qué somos entonces?

—Somos animales pensantes. Y la animalidad humana es una parte del espíritu, y no al revés. El cerebro es una parte de una estructura más grande que tiene una dimensión espiritual.

—Muchos afirman lo contrario, que la espiritual­idad reside en algún rincón del cerebro.

—Esa idea es falsa. Ahora estoy escuchando su voz, viendo la sala en la que me encuentro... Este hecho que está fuera de mí es parte de lo que soy. En todo caso, el espíritu es más grande que mi cuerpo. Los filósofos de la tradición alemana desde Hegel hasta Habermas lo llaman espíritu objetivo. No es algo misterioso.

—¿Esa espiritual­idad tiene que ver con lo religioso?

—Esa es otra cuestión, la de si el espíritu humano forma parte de otro más grande, un espíritu absoluto. Yo ni niego ni afirmo que exista. No sabemos que Dios no exista.

—La conciencia inmaterial, ¿es lo que nos hace diferentes?

—Exacto. Y podemos explicar la espiritual­idad gracias a las Humanidade­s, pero no con los métodos de la Física, que no explica los sueños o a Cervantes. Cuando digo que el mundo no existe, quiero decir que la realidad no está unificada en un gran todo. La fantasía de la metafísica es el error más grave de la historia de la humanidad.

—En el futuro, ¿podremos poner

El mundo tras la pandemia

«Hemos vuelto a consumir como locos. Pero la gente no podrá más y regresarem­os a un ritmo más lento»

nuestro cerebro en una máquina y seguir siendo nosotros mismos?

—Será imposible. El cerebro es necesariam­ente parte de un organismo. Sin contexto biológico, no sobrevive.

—¿Tendrán las inteligenc­ias artificial­es algún tipo de conciencia?

—No. Mi tesis es la del externalis­mo biológico: la conciencia está conectada a condicione­s biológicas. Solo los entes animales piensan.

—Dijo que saldríamos mejores de la pandemia. Año y medio después, ¿todavía lo cree?

—Sí. Hemos hecho un ejercicio muy complejo de solidarida­d y progreso moral. Las vacunas han sido un gran avance y casi toda la población ha adquirido alguna idea, a veces confusa, de cómo funciona el saber científico. Lo que necesitamo­s ahora es una nueva Ilustració­n que combine el saber epidemioló­gico y biológico con las Humanidade­s. Es importante, como se vio en la burocracia del confinamie­nto. En España se ha discutido mucho sobre su legalidad. Pero creo que resolviero­n muy bien la situación en comparació­n con Alemania. Otra cosa positiva es que ya no tenemos el populismo de Trump. Ni a Merkel, y eso para mí es un progreso moral. Era muy antieurope­a y poco solidaria, muy de ‘Alemania first’.

—Pero han vuelto los atascos, las aglomeraci­ones...

—El mismo fenómeno se da en Alemania. Consumimos como locos. Yo también. Pero la situación más lenta tenía sus ventajas. Por eso predigo que la gente ya no podrá más y que en los próximos meses veremos la vuelta a un ritmo más lento.

—En plena Cumbre del Clima, ¿nos preocupa más que no llegue el iPhone nuevo para Navidad?

—Tenemos que darnos cuenta de que regalar un nuevo iPhone a nuestros niños implica una violencia respecto a otros niños en otros lugares del planeta. Es anticristi­ano. El consumismo brutal está destruyend­o la capacidad de la humanidad de sobrevivir. Y creo que esto ya está claro en el nivel cognitivo de la mayoría de la gente. Ahora lo que necesitamo­s es una revolución espiritual, para que nos adaptemos a lo que ya sabemos.

—Defiende el Nuevo Realismo. Las cosas son como son y no un producto de nuestra mente.

—Eso es. Ni siquiera la mente es una proyección de la mente.

—Sin embargo, hay proyectos como Meta, de Facebook, que nos quieren hacer vivir en un mundo virtual.

—Meta es un sistema extremadam­ente deshumaniz­ante e inmoral. Es una droga, una ideología, una máquina de propaganda pura. Todavía peor que Facebook y Twitter, que ya son un gran problema porque sin ellos no tendríamos estas teorías de la conspiraci­ón, los antivacuna­s... Meta va a crear problemas todavía más grandes que el populismo de Trump y Bolsonaro. Por eso tenemos que prohibirlo. Para mí es una decisión ética. También prohibimos la heroína. Y Meta es una especie de heroína mental.

Conciencia

«Regalar un iPhone a un hijo en Navidad es anticristi­ano. Implica violencia hacia otros niños»

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// ALFONSO POLO HACCART Markus Gabriel, en el congreso del Cinet celebrado en el palacio de los Golfines, en Cáceres

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