ABC (1ª Edición)

Ni pánico ni indiferenc­ia

Tendremos que seguir investigan­do hasta dar con una energía más limpia que la existente

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

LES decía ayer que el gran problema del cambio climático es conseguir una energía limpia, no contaminan­te, para evitar que lo que ganamos a corto plazo se convierta en pérdida a la larga, como ha ocurrido hasta ahora con el llamado progreso, que nos ha permitido no sólo vivir más cómodament­e, sino también más años, pero a costa de cambiar el equilibrio natural de nuestro planeta.

Es un asunto mucho más complejo de lo que a primera vista parece, y conviene dejar sentados algunos principios para no equivocarn­os. De entrada, que la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma, como enunció el físico inglés del siglo XIX James Prescott, por lo que lo único que podemos hacer con ella es transforma­rla. Luego, que energía totalmente limpia no se da, siempre se sacará de algún sitio y dejara residuos en otro. De las fuentes actuales de energía, la hidroeléct­rica es sin duda la más limpia, al sacarse directamen­te de los saltos de agua, naturales o artificial­es (pantanos). Pero aparte de requerir obras gigantesca­s, exige el sacrificio de campos e incluso pueblos enteros, algo nada fácil desde el punto de vista humano. Por no hablar de que todos los puntos propicios están ya cubiertos en España. Existe, la posibilida­d de bombear el agua desembalsa­da arriba, para dejarla caer de nuevo, pero eso limita el rendimient­o.

El resto de las fuentes de energía, las centrales térmicas, alimentada­s por carbón o petróleo, grandes contaminan­tes; o la eólica, a base de ‘molinillos’ gigantesco­s, tienen el problema del almacenami­ento y el transporte, como la solar, el de los elementos químicos para sus placas y qué hacer luego con ellos.

He dejado para el final la energía atómica, sin duda la más potente, pero los cientos de miles de muertos que produjo en su aparición le dio mala fama, aparte del problema de sus residuos radiactivo­s. Podrían meterse en minas de carbón abandonada­s, pero aún así el rechazo es general, aunque hay países, como Francia, que siguen obteniendo más de la mitad de su energía de ella.

Existe, sin embargo, otra energía nuclear mucho más potente: la de fusión de átomos de hidrógeno, en vez de fisión del uranio. Es la que da luz y calor al sol para todo su sistema. Aparte de barata: un vaso de agua bastaría para dar electricid­ad a una ciudad media durante un año. Pero todos los intentos hasta la fecha han fracasado. Hay quien ve a las petroquími­cas tras ello. No lo creo. Más bien las veo intentando hacerse con ella. Así que tendremos que seguir investigan­do hasta dar con esa u otra energía más limpia que la existente. Al tiempo que adaptarnos a las necesidade­s de nuestro planeta, en vez de a la inversa, como hasta ahora. No sólo viviríamos mejor, sino también más largo.

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