ABC (1ª Edición)

Chiíes o suníes radicales, tras el intento de magnicidio en Bagdad

► Irak se asoma de nuevo al caos con el atentado con drones contra el primer ministro, Mostafá al Kazemi ► La tensión crece desde las elecciones debido a las acusacione­s de fraude por parte de las milicias pro-Irán

- MIKEL AYESTARAN CORRESPONS­AL EN JERUSALÉN

Dos de los tres drones fueron derribados por las fuerzas de seguridad; seis agentes resultaron heridos

Un mes después de las elecciones en Irak siguen sin conocerse los resultados

« Pido calma y contención a todo el mundo», estas fueron las primeras palabras del primer ministro de Irak, Mostafá al Kazemi, tras salir ileso de un atentado contra su residencia en el corazón de la Zona Verde de Bagdad, todo un aviso para el exministro de Interior. Los ataques con cohetes contra esta parte de la ciudad, donde se encuentra también la Embajada de Estados Unidos, son habituales, pero esta vez se trató de un ataque con tres aviones no tripulados armados, según el Ministerio de Interior. Las fuerzas de seguridad lograron derribar dos aparatos, pero un tercero impactó contra la residencia, hirió a seis guardaespa­ldas del mandatario y causó daños materiales en un lugar que, sobre el papel, es el más blindado de Irak.

«Los ataques cobardes con cohetes y drones no construyen patrias y no construyen un futuro», declaró Kazemi en un discurso dirigido a través de la televisión a una nación que vuelve a asomarse al borde del precipicio debido a la inestabili­dad generada tras las elecciones del 10 de octubre.

«Fraude» en los comicios

El atentado fallido contra el primer ministro se produjo dos días después de las violentas protestas encabezada­s por los partidario­s de las milicias chiíes leales a Irán, que no aceptan la derrota en las urnas sufrida por su brazo político y consideran las elecciones «un fraude» y «una estafa». Al menos dos manifestan­tes fueron abatidos por disparos de las fuerzas de seguridad que recurriero­n al fuego real para frenar una marcha que trataba de llegar a la Zona Verde.

«Los manifestan­tes sólo tenían una demanda contra el fraude en las elecciones. Responder con fuego real significa que ustedes son los primeros responsabl­es de este fraude», fueron las palabras de Qais Al-Khazali, líder de la milicia Asaib Ahl al-Haq, en los funerales de los caídos. La multitud clamó venganza contra el primer ministro por considerar­le responsabl­e de dar luz verde al uso de fuego real contra la movilizaci­ón.

Al Khazali alertó el mismo viernes de posibles «tentativas de actores vinculados a los servicios de inteligenc­ia de bombardear la Zona Verde y acusarnos después a nosotros». Su aviso se hizo realidad 48 horas después y ya se ha abierto la investigac­ión para tratar de aclarar lo sucedido. Irak es un país fragmentad­o en el que una parte dirigió su mirada directamen­te a Irán y a sus milicias, que disponen de potencial suficiente para realizar este tipo de operacione­s. Teherán, sin embargo, condenó de manera inmediata «este acto de sedición» del que culpó a «grupos extranjero­s», en palabras compartida­s en Twitter por el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, Ali Shamkhani.

Victoria de Al Sadr

Algunos ven la mano de Irán, los iraníes la de «grupos extranjero­s» y Bagdad vuelve a ser el tablero en el que distintos países dirimen sus diferencia­s. Un mes después siguen sin conocerse los resultados finales de las elecciones del 10 de octubre, las que registraro­n menor participac­ión de la historia del país, pero todos los datos ofrecidos hasta ahora por la Comisión Electoral apuntan a una debacle del brazo político de las milicias chiíes, que bajarían de 48 a 15 a esacaños. El movimiento del clérigo Muqtada al Sadr fue el claro vencedor en la cita electoral, un grupo también chií, pero de marcado carácter nacionalis­ta y menos vinculado a Irán. Al Sadr alertó a los iraquíes de que este tipo de acciones «solo buscan devolver al país a un estado de caos para facilitar su control por parte de fuerzas no estatales».

El presidente iraquí, Barham Salih, calificó el atentado de «agresión terrorista» e hizo un llamamient­o a la «unidad nacional contra los delincuent­es». Estados Unidos también lo consideró un «aparente acto de terrorismo» y Ned Price, portavoz del departamen­to de Estado, ofreció ayuda para poder llevar adelante la investigac­ión. Arabia Saudí se sumó a la lista de condenas de lo que llamó «cobarde acción terrorista».

Las ofensivas contra la Zona Verde son recurrente­s. El pasado domingo, tres cohetes estallaron en Mansur, un barrio adjunto, sin causar heridos. A menudo han tenido como objetivo la Embajada estadounid­ense. Los ataques con bombas con drones se han multiplica­do en los últimos meses, especialme­nte contra los intereses estadounid­enses, en Bagdad y Erbil.

Para Renad Mansur del centro de reflexión Chatham House, el ataque contra Kazimi está «relacionad­o con el proceso de formación del gobierno». «Se ha vuelto una estrategia corriente para enviar advertenci­as a Kazimi y a Muqtada al Sadr», dijo a la agencia France Presse.

Según reveló la BBC, drones comerciale­s cargados con explosivos fueron utilizados por el movimiento yihadista suní Estado Islámico (Daesh) cuando ocupaba áreas del norte de Irak, en partocular durante la batalla por Mosul en 2017, por lo que las investigac­iones no descartan tampoco esa vía. En Irak también actúan células vinculadas a Al Qaida.

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// EFE Bloques de cemento para proteger la Zona Verde de Bagdad
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// REUTERS El primer ministro Kazemi
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