ABC (1ª Edición)

Se vende meteorito caído en León por 50.000 euros

El comercio de rocas espaciales es legal y ha tenido un gran auge en las últimas dos décadas. El Museo de Ciencias Naturales acaba de recuperar una valiosa pieza perdida desde hace medio siglo

- PATRICIA BIOSCA MADRID

Aurelio Nieto Codina Conservado­r del MNCN

«Era un precio desorbitad­o. Es posible comprar meteoritos por uno, dos o cinco euros»

Apenas había amanecido el Día de los Santos Inocentes de 1947 cuando un fuerte estruendo despertó al pequeño pueblo leonés de Reliegos. En un principio, los vecinos pensaron que aquello no era ninguna broma, y creyeron firmemente en que el ruido venía de un avión recién siniestrad­o en la calle Real, la principal vía que cruza de punta a punta la localidad. No en balde un aeródromo militar se encontraba cerca de allí. Al llegar, en lugar de un amasijo de hierros, divisaron un objeto chamuscado de 17 kilos que se había estrellado contra el suelo, creando un hoyo de 35 centímetro­s.

Por eso imaginaron que se trataba de una bomba sin detonar, reminiscen­cia de una época convulsa de la que aún quedaba el hambre. Asustados, algunos se dirigieron al puesto militar para dar aviso. Al poco tiempo se presentó Carlos Rodríguez Arango, ingeniero jefe del distrito minero de León, quien lo identificó como un meteorito: una roca caída desde el espacio.

En aquel momento pocos comprendie­ron que aquella piedra ennegrecid­a era más vieja que la propia Tierra, que hacía miles de millones de años había sido testigo del origen de nuestro Sistema Solar, y que había estado vagando desde entonces durante miles de millones de kilómetros hasta parar en seco en aquella calle. Pero lo que seguro ninguno imaginó es que tan solo un trozo de aquella roca cósmica valdría en el futuro más de ocho millones de pesetas. 50.000 (desconocid­os en la época) euros.

El periplo del meteorito de Reliegos no acabó en la calle Real. Rodríguez Arango, junto con el geólogo Joaquín Gómez de Llarena, partieron la roca para analizarla y los trozos quedaron diseminado­s por varias institucio­nes: en un instituto de secundaria de León, en el Museo Geominero de Madrid y en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). Y allí permaneció más de una década. En los sesenta, uno de los investigad­ores del MNCN se lo llevó a casa para analizarlo, una práctica común de la época. «No hubo afán de robo. Hay que entender que en ese momento las piezas carecían de valor. Puede que estuviera más relacionad­o con el olvido, la dejadez…», explica Aurelio Nieto Codina, conservado­r de la colección de Geología del museo. Fue él mismo quien descubrió el paradero de la roca de Reliegos hace poco cuando, investigan­do el mercado del comercio de meteoritos, vio que se encontraba a la venta por 50.000 euros.

«Era un precio desorbitad­o. Volvió a aparecer un año más tarde a 35.000 euros. Entonces avisamos al Seprona» de la Guardia Civil. Al final descubrier­on que aquella pieza, que pertenecía al museo, se encontraba en Hernani. El Instituto Armado incautó la roca, que hace apenas una semana volvía al museo. Concretame­nte a la vitrina de la colección de meteoritos, donde se muestran por orden cronológic­o la mayoría de las ‘piedras cósmicas’ que han caído en España desde 1773 –casi al comienzo del Real Gabinete de Historia Natural, que luego se convertirí­a en el Museo Nacional– hasta nuestros días. De hecho, hay espacio incluso para algunos de los que se sabe su existencia, pero cuyos dueños no han querido donarlos al museo para su exhibición. «Antes no había problema para que al menos se quedase aquí una muestra. Pero desde que hace quince o veinte años ha crecido el mercado de meteoritos y la gente ya lo ve como objetos con valor más económico que científico», explica Nieto Codina.

Las piezas que no están

El museo tiene controlada­s dos piezas, una en Lugo –que sería la primera encontrada en Galicia–, de la que el dueño no quiere desprender­se; y otra en Cuenca, de la que se ha tenido conocimien­to por otra subasta. «La gente cree que pueden tener un alto valor, pero la realidad es que puedes encontrar meteoritos por internet a uno, dos, cinco euros. Luego para piezas más importante­s, tres o cuatro, cinco mil». Es tan fácil como teclear ‘comprar meteoritos’ en cualquier buscador online para que, en efecto, aparezcan las ofertas. El valor se calcula en función de diferentes variables: desde el peso de la roca a su composició­n, incluyendo su historia, si bien la mayoría ronda los 20 euros. Pero también depende del tratamient­o, incluso de las modas. «Por ejemplo, ahora los joyeros utilizan mucho el olivino encontrado en estos meteoritos. Es un mineral que existe también en la Tierra, pero que en las rocas espaciales llega incrustado en los metales, lo que lo hace mucho más limpio», explica Nieto Codina.

Incluso las casas de subastas han empezado a tomar parte en este mer

cado, que no es ilegal: quien encuentra la piedra es quien se la queda. Y contando que cada día caen sobre la superficie terrestre unos 44.000 kilos de material espacial, la materia prima es bastante abundante. «La mayoría caen sobre el mar –señala el geólogo del MNCN–, pero hay zonas, como los desiertos, donde es muy fácil reconocer las piezas. Por ejemplo, en el Sahara. Hay mucha gente que se dedica a encontrarl­os, que llena sacos enteros, para después venderlos a los turistas por un euro». Otro ejemplo es el caso de Campo de Cielo, una región argentina en la que hace unos 4.000 años cayó una lluvia de meteoritos provocada por un asteroide que, antes de explotar al contacto con nuestra atmósfera, pesaba unos 840.000 kilogramos. «Aún se siguen encontrand­o restos», afirma Nieto Codina, mientras señala el ejemplar adquirido por el museo. En internet, su precio varía entre los ocho y los treinta euros.

El polémico de Colomera

En la vitrina llama la atención un gran hueco en el que se puede leer ‘meteorito de Colomera (Granada). 1912’. Allí, hasta hace unos años se exhibía una de las mayores rocas caídas desde el espacio en España, y que permaneció en la colección desde la Guerra Civil. Se trataba de una pieza especial, un meteorito metálico de medio metro de alto y 130 kilos de peso, cuya composició­n sugería que podía haber formado parte del núcleo de algún planeta que acabó hecho añicos. En su momento se firmó un documento en el que se aducía un «depósito» en el MNCN. El tiempo pasó, y los únicos interesado­s en aquellos restos fueron los científico­s de la NASA, que durante el programa Apolo querían recabar toda la informació­n posible acerca de lo que sus astronauta­s se podían encontrar más allá de nuestras fronteras terrestres. «En aquella época se llevaban a cabo trueques; nosotros les mandábamos parte de nuestros meteoritos y ellos nos recompensa­ban con pequeñas muestras de los suyos». Así, el meteorito granadino acabó en el Museo de Ciencia de Nueva York, de Washington y en coleccione­s privadas. De rebote, una de las piezas volvió al MNCN y allí permaneció durante décadas.

En 2008, el Ayuntamien­to de Colomera propuso al museo llevar a cabo una exposición con la historia de aquel viajero espacial para poner en valor la historia del pueblo. Poco antes de su inauguraci­ón, la nieta del hombre que halló el meteorito en 1912 reclamó por vía judicial la pieza, pidiendo más de 700.000 euros por ‘daños y perjuicios’ al faltar partes de la roca. En 2015 el tribunal falló en contra del CSIC, quien debía devolver todos los trozos en su poder y, además, indemnizar­la con 50.000 euros. «Desde entonces no sabemos en qué condicione­s está la roca», afirma Nieto, quien habló personalme­nte con la heredera. Sin embargo, el litigio no quedó ahí: en la actualidad hay abierta otra causa porque el resto de herederos familiares también están reclamando su parte. «Es un problema del que ya está fuera el museo. Aunque da pena ver el hueco vacío».

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// ISABEL PERMUY Aurelio Nieto Codina, conservado­r del Museo Nacional
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// I. PERMUY Meteorito caído en España de la colección del MNCN
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// MNCN MEDIO SIGLO PERDIDO Imagen de los tres fragmentos del meteorito de Reliegos que posee el MNCN. El del centro, en el que se puede ver una etiqueta descriptiv­a, es el recienteme­nte recuperado por la Guardia Civil.
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// ISABEL PERMUY Dos meteoritos a la entrada de la colección del museo en Madrid
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