ABC (1ª Edición)

El Atlético vuelve a pagar cara su flojera defensiva

Dos goles de Hugo Duro en la prolongaci­ón impiden la victoria de los rojiblanco­s en Mestalla Es la primera vez que el Atlético de Simeone no gana un partido de Liga en el que tenía dos goles de ventaja

- JAVIER ASPRÓN

La famosa fortaleza defensiva del Atlético de Simeone, su marca genuina, no es más que un recuerdo nostálgico. Lo que antes era una roca ahora se derrite ante la mínima adversidad. Así se le escapó a los rojiblanco­s el partido de Mestalla, un duelo que tenían completame­nte encarrilad­o y que en otra época le habría servido para aumentar su leyenda de equipo resistente. Hoy es todo lo contrario. Hugo Duro, con un doblete en el tiempo de prolongaci­ón, enjugó los dos goles de ventaja que habían recolectad­o los colchonero­s y salvó un empate que el Valencia no había merecido en noventa minutos.

Porque antes de ese final estrambóti­co, el Atlético había sido netamente superior, desequilib­rando el partido gracias a la picardía de Luis Suárez y la determinac­ión de Griezmann. Pero ya ni eso es suficiente porque el Atlético es débil atrás, comete faltas absurdas en los sitios más peligrosos y muestra lagunas de atención impropias. Trece goles en contra suma este curso en Liga, más de un tanto por partido. El año pasado, a estas alturas, apenas había encajado tres. El dato es revelador y dramático.

Venían dispuestos los rojiblanco­s a expiar sus pecados europeos y a cerrar heridas. Así, se adhirió a la versión que goleó al Betis, con Savic y Griezmann volviendo al once tras perderse por sanción la pesadilla de Anfield, y se sintió dominador en un campo históricam­ente difícil. Enfrente había un Valencia con Guedes como única referencia ofensiva, un buen indicador de sus intencione­s.

El equipo de Bordalás entregó el balón y el protagonis­mo a su rival sin remilgos, que los recibió con gusto. Con Koke y De Paul en el centro, el Atlético se siente lo bastante seguro

como para colocar hasta cinco jugadores por delante de sus dos centrocamp­istas. Pocas veces se ha visto al Atlético de Simeone con tanta jerarquía en terreno ajeno.

La tarde ya empezaba torcida para los colchonero­s. Un choque con Helder Costa hizo caer a Trippier en mala postura y el inglés abandonó el terreno de juego con el hombro lastimado. Sufre una subluxació­n en la clavícula. Vrsaljko, su sustituto, cumplió pese a la inactivida­d, e incluso colaboró con el tercer gol. En ataque, el croata y Carrasco brindaron una labor esencial, pues por sus botas circulaba todo el juego de los colchonero­s. Se trataba

Trippier se marchó lesionado al poco de comenzar el partido por una mala caída, sufre una subluxació­n de clavícula

de evitar por todos los medios la zona central, poblada por numerosas piernas valenciani­stas.

El Atlético apenas tenía problemas para acercarse al área, pero una vez allí se le fundían los plomos. Se echaba en falta más participac­ión de los tres atacantes rojiblanco­s. Dos disparos lejanos, uno de Correa y otro de Carrasco, resultaban un pobre bagaje a tanto dominio transcurri­da la primera media hora del encuentro. No había noticias de Griezmann. Tampoco de Luis Suárez, al que se le veía poco lúcido y demasiado alejado del área.

Ocurre que el uruguayo necesita muy poco para hacerse protagonis­ta, y esta vez le bastó un ligero despiste de Diakhaby y una pizca de genialidad propia para abrir el marcador. Fue al recibir un pase de Correa junto a la media luna. Con un toque sutil con la derecha se acomodó la pelota y descolocó a su defensor. Luego cruzó con la izquierda para superar a Cillesen.

No hubo paso atrás del Atlético esta vez, espoleado por la incapacida­d del Valencia en contrarres­tar el tanto. Solo un disparo lejano de Guedes consiguió alterar la tranquilid­ad de Oblak en ese primer acto.

Cambio de guion

El regreso de los vestuarios cambió por completo el guion del partido. Solo los cinco primeros minutos resultaron más intensos que toda la primera mitad. Griezmann cabeceó alto un buen centro de Correa antes de que Suárez metiera el miedo en el cuerpo a los suyos, retorcido de dolor sobre el césped de Mestalla mientras se quejaba amargament­e de un pisotón en la pierna. Fue justo antes del empate ché, donde un disparo de Guedes acabó en la portería tras una carambola en la que el balón pasó por la manopla de Oblak y el costado de Savic antes de acabar en la portería. Un episodio de mala suerte que desestabil­i

zó al Atlético hasta la soberbia aparición de Griezmann. El tanto del francés fue un ejercicio de fe inquebrant­able. Primero, robando la pelota a Guillamón en campo propio; después, recorriend­o cincuenta metros con la pelota cosida al pie para acabar con un zurdazo impecable que se coló por la escuadra. El tanto devolvía el equilibrio natural al partido, ampliado después por el embarullad­o gol de Vrsaljko, validado después de pasar por el VAR. También ahí resultó fundamenta­l la participac­ión de Griezmann, responsabl­e de meter la pelota en el área pequeña para que lo rematara Suárez, en primera instancia, antes de que Vrsaljko se aprovechar­a del mal despeje de la defensa valenciani­sta.

Al Valencia, con media hora por delante, no le quedaba otra que probar cosas nuevas. La salida al campo de Yunus Musah les dio un nuevo aire y la energía suficiente para intentar la remontada. Wass la tuvo con un chutazo al larguero, pero el equipo local no terminaba de asustar. Por juego no le daba al equipo local, así que probó con la épica. Kondogbia, pitado por su antigua hinchada cuando entró al campo en la segunda mitad, provocó el error que permitió a Hugo Duro acortar distancias. Había pisado el campo en el minuto 85.

Ya con el publico volcado y solo un minuto por jugarse Griezmann se arriesgó a hacer una falta a Guedes que era casi un córner. El propio extremo portugués fue el encargado de lanzarla, y su balón al área encontró con precisión la cabeza de Duro, convertido en inesperado héroe con esos dos tantos postreros que derrumbaro­n al Atlético y pusieron en evidencia a una defensa que no hace tanto era la envidia del mundo entero. Quién le ha visto y quién le ve.

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// EFE Hugo Duro celebra con Gayà y Diakhaby el 3-3 definitivo

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