ABC (1ª Edición)

La mejor faena del tiburón de Mazarrón

El piloto de 17 años dejó el barco familiar en el muelle para enrolarse en la moto, con la que ha conseguido el título en su estreno en el Mundial

- LAURA MARTA

Pedro Acosta Campeón del mundo de Moto3

De abuelo Pedro y de padre Pedro, no podía llamarse de otra manera. De bisabuelo pescador, abuelo pescador y padre pescador, el barco hubiera sido su futuro, pero no le deseaba eso su padre y las motos llegaron para llevárselo lejos del mar, a la tierra de los circuitos primero, al cielo del Mundial de motociclis­mo después. Pedro Acosta (Murcia, 2004) rompe la tradición familiar con una pesca de altura: el título de campeón de Moto3, y en su estreno, tras triunfar ayer en el Gran Premio del Algarve con una carrera de veteranía: se desquitó la presión de salir decimocuar­to y se la impuso vuelta a vuelta a su rival directo, Dennis Foggia, que acabó en el suelo en una desafortun­ada caída por otro piloto en la última vuelta. Victoria y título, final redondo. «Hemos acabado lo que un día empezamos».

Todo comenzó con el ‘Peretujo’, el barco familiar que el pequeño de la zaga Acosta dejó varado en el Puerto de Mazarrón, pero al que tanto debe. Sin sus redes de pesca y sus surcos sobre el Mediterrán­eo no habría puesto su nombre en la historia del motociclis­mo. De la faena en alta mar salieron las ayudas económicas, hipoteca incluida, para subirlo a la moto y dar vueltas y vueltas y vueltas hasta el podio. Su madre, Mercedes, dejó de trabajar para llevarlo a las carreras y a los entrenamie­ntos, diez, doce horas, lo que hiciera falta. Su padre siguió faenando, como lo hiciera también su abuelo, enrolado en el barco con apenas 14 años. Y también la comunidad de pescadores de Mazarrón. La cofradía se reunía en un restaurant­e que ya se conoce como el Club de Fans de Pedro Acosta para recaudar fondos para el chaval. «Si necesitaba algo, ahí estaban para aportar su granito de arena. Ha sido un grupo de pescadores que han ayudado a que un niño de aquí salga», acepta el piloto, aparato dental, acné y sonrisa eterna porque cumple su sueño y el de todos los que lo han ayudado a tejer su propia red.

Además de su familia más directa y la de pescadores, hay un nombre destacado en su trayectori­a meteórica: su entrenador/agente/maestro Paco Mármol. Lo acogió en el circuito de Cartagena

y casi hasta se hicieron dueños del lugar; allí se pasaban los días y casi las noches entrenando. Lo ha dirigido con tino y cariño hacia la élite, sin parones en su crecimient­o. Podía haberlos tenido, pues hubo un momento en el que el barco no era suficiente­mente potente para alcanzar las exigencias económicas de este deporte, pero el piloto se ganó una oportunida­d en la Red Bull Rookies Cup, y Mármol puso todo de su parte para que el talento saliera a faenar en los circuitos y no en alta mar.

El binomio funcionó como maestro y discípulo, ordenando la cabeza todavía desorienta­da del adolescent­e, que solo quería disfrutar. En 2019 quedó segundo de la Rookies Cup y hubo un mensaje muy claro: «Si no ganas este año, te vas a picar hielo al barco de tu padre». En 2020 fue campeón. «Entendió que las carreras no era ir a lo loco», aceptaba Mármol. Cambio de dieta para coger peso y evitar los contrapeso­s en la moto, más contundenc­ia en el trabajo físico, misma obsesión por los tiempos y por la mejora y seguir con la diversión. «Me preguntan: ¿cuál es la estrategia? Les digo: ‘Pasármelo bien, coger un trofeo y para casa’», se expresaba en una de sus victorias, su filosofía.

Crecimient­o

Pero ha crecido en este curso de estreno que casi no llega a estrenar: «A principio de año no tenía equipo y KTM y Red Bull confiaron en ese niño que parecía que nunca iba a llegar», confesaba. Segundo en Catar, ganó las tres carreras siguientes. Con 16 años. Ni Marc Márquez ni Valentino Rossi firmaron esos números. Volvió a triunfar en Alemania y Estiria. Entre medias, comparacio­nes, críticas, presiones, caídas… Como esa en Assen en la que se desequilib­ró, fue al suelo, Riccardo Rossi no pudo esquivarlo y le pasó la moto por encima. Traumatism­o torácico. Aprender a correr con dolor. «Cuando pegué el estirón en verano fue duro, por la estatura y el peso terminaba las carreras con dolores. Nadie sabe lo que he pasado», decía ayer, tras su triunfo en Portimao. Era el mismo adolescent­e que empezó el año, pero con la solidez de un veterano: presión a Foggia hasta su caída. «No estaba nervioso, si no gano, aprendo», repitió como otro de sus lemas. Con 17 años y 166 días es casi el más joven de la historia; Loris Capirossi, en 1990, ganó el Mundial de 125 cc con 17 años y 165 días. Sí es el más joven campeón español, y es el primero que lo logra en su primer año. «Disfruta de tu primer mundial, de los muchos que van a llegar», auguró Marc Márquez.

En MotoGP ganó Pecco Bagnaia, con Joan Mir y Jack Miller en el podio. En Moto2, Remy Gardner se acerca al título al vencer sobre Raúl Fernández y Sam Lowes.

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// REUTERS Pedro Acosta celebra, ayer, su título mundial de Moto3

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