El silencio de la sociedad vasca, clave en los crímenes de ETA sin resolver
Los pocos medios de Policía y Guardia Civil y la no cooperación internacional, otras causas de la impunidad
En su libro ‘No Digas Nada’, Patrick Radden Keefe cuenta la historia de Jean McConville, una viuda con diez hijos que de un día para otro desaparece en Belfast (Irlanda) en 1972. Su cuerpo fue hallado finalmente en 2003 y la obra de Radden Keefe hace una investigación minuciosa sobre la implicación directa del Ejército Republicano Irlandés (IRA) en este crimen, convirtiéndose en la historia secreta de un asesinato sin resolver, donde el silencio de los vecinos sepultó el crimen más de 30 años.
Como el de McConville, en España hay todavía cientos de asesinatos perpetrados por la banda terrorista ETA sin esclarecer. Un informe publicado por el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, titulado ‘La justicia pendiente. Asesinatos de ETA no esclarecidos’, documenta el número de casos aún sin resolver, las causas de esta impunidad y una comparativa con países del entorno que han vivido una violencia similar, como Irlanda del Norte con el IRA, Córcega con el Frente de Liberación Nacional e Italia con la mafia siciliana.
Esos tres territorios tienen en común con España haber sufrido una actividad violenta de gran intensidad y durante mucho tiempo, lo que ha generado una espiral del silencio en sus respectivas sociedades. En el caso español, «la situación de terror provocada por ETA en el País Vasco y Navarra en los primeros años de la democracia es la causa principal de que exista una cantidad tan elevada de crímenes no resueltos en esa época y en esas comunidades», asevera el informe del Memorial.
También la falta de colaboración de los terroristas y las condiciones adversas en las que han tenido que trabajar los servicios de seguridad han hecho que más de 300 crímenes en España sigan impunes.
A estas causas se suma el aislamiento que ejerció ETA sobre las fuerzas de seguridad, los ataques sistemáticos hacia los agentes y la falta de colaboración internacional, que permitió que muchos etarras permanecieran huidos hasta que prescribieran sus crímenes. Con todo, las fuerzas de seguridad y la Justicia española han conseguido que la impunidad terrorista en nuestro país sea mucho menor que en otros con problemas similares.
El Ministerio del Interior español ha reconocido a 853 víctimas mortales provocadas por ETA. De ellas, casi el 40% no han tenido la debida justicia al no poder juzgar a sus autores. De este porcentaje, casi el 86% de los asesinatos se cometieron en el País Vasco y Navarra, y más del 78% de los crímenes en esas dos comunidades ocurrieron durante los años de plomo. Al comparar los datos de España con Irlanda del Norte, Córcega e Italia, los indicadores de impunidad en nuestro país son más bajos. En el caso español, la cifra de crímenes no esclarecidos se sitúa en un máximo del 40%, mientras que en Irlanda del Norte supera el 88%, en Italia el 86% y en Córcega el 58%.
88% de casos sin resolver
En el caso norirlandés, los crímenes contabilizados desde 1969 hasta los Acuerdos de Viernes Santo (1998) se elevan a 3.700, según la publicación ‘Lost Lives’, una de las fuentes más fiables sobre los Troubles, nombre con el que se conoce al conflicto en Irlanda del Norte. De ese total, 3.269 son asesinatos que están sin resolver, según el ‘Irish Time’. Este 88% de víctimas que no han tenido durante estos años la justicia debida hizo que las autoridades llevasen a cabo diversas iniciativas para mejorar la situación.
Así, la Policía de Irlanda del Norte creó el Equipo de Investigaciones Históricas para revisar los asesinatos cometidos en esas dos décadas. En sus cuatro primeros años de actividad, abrió 1.370 casos, pero solo dos personas fueron acusadas de asesinato. Años más tarde se conoció un proyecto de ley del Gobierno británico, cuyo objetivo era «buscar información sobre el conflicto», dejando en un segundo plano encontrar a los responsables de los crímenes sin resolver.
El caso corso ha sido un problema relevante para Francia. En Córcega se mezclaron un terrorismo de carácter nacionalista, delincuencia organizada y, en ocasiones, venganzas privadas. Todo ello contribuyó a crear un clima social de intimidación que perjudicaba la colaboración ciudadana con las fuerzas de seguridad. Un documento de la Asamblea Nacional francesa aseguraba que «la tasa de esclarecimiento de acciones violentas era entre un 58% y un 90%», según las épocas. Más de 800 personas fueron asesinadas en Córcega por terroristas, delincuentes organizados o venganzas privadas entre 1998 y 2017, según datos del periódico ‘Le Monde’.
Italia es otro de los países que han sufrido la violencia tanto de carácter terrorista como de la criminalidad organizada. Aunque ha habido casos protagonizados por grupos de extrema izquierda y extrema derecha, la peculiaridad italiana es la extrema violencia ejercida por diversas ramas del crimen organizado. La más famosa, la mafia siciliana.
En un informe entregado a la Cámara de los Diputados italiana durante el año pasado, la plataforma para dar respuesta social a la mafia, Libera, cifraba en más del 80% los asesinatos aún sin resolver. Es decir, 1.031 personas asesinadas a manos de la mafia que siguen esperando justicia.