ABC (1ª Edición)

Interior presume de su política para acercar presos etarras

- J. NAVAS

Un «adecuado cambio de política penitencia­ria». Así resume el Ministerio de Interior el acercamien­to masivo de presos etarras al País Vasco con Sánchez en el Gobierno. Y así consta en el informe del departamen­to que dirige Marlaska para responder a las recomendac­iones que el Comité para la Prevención de la Tortura (CPT) del Consejo de Europa hizo a España tras la visita que realizó a nuestro país el año pasado.

En esa respuesta, Interior ofrece una batería de datos que ilustran cómo el Gobierno de Sánchez ha acelerado el acercamien­to de etarras. Según ese documento, a mediados de este año sólo quedaban 19 presos de ETA en cárceles situadas a más de 200 kilómetros del País Vasco. Y es que los acercamien­tos de etarras han aumentado exponencia­lmente desde que Sánchez llegó a La Moncloa y Marlaska al Ministerio del Interior a mediados de 2018.

Cuando se produjo la moción de censura que aupó a Sánchez y al PSOE al poder, sólo ocho etarras estaban en cárceles vascas, poco más del 3 por ciento del total. Tres años después eran ya 48, la cuarta parte de los que había entonces. Pero desde el pasado verano se ha intensific­ado más todavía esa tendencia, de forma que sumaban hasta 73 a principios del mes pasado, cuando el Ejecutivo central cedió al Gobierno vasco las competenci­as de las tres prisiones que hay en esta comunidad autónoma.

Y lo mismo ocurre con la política de dispersión: cuando se produjo el cambio de Gobierno, la inmensa mayoría de los etarras condenados (86%) estaban en prisiones a más de 200 kilómetros del País Vasco. Este verano ya eran menos del 10%: los mencionado­s 19 sobre un total de 192. De hecho, todos ellos están en prisiones de la mitad norte de España.

El giro a la política penitencia­ria de los Gobiernos de Sánchez, ahora con Unidas Podemos, también se ha dejado sentir en las condicione­s de los etarras en prisión. Antes de que llegara a La Moncloa, el 88% de ellos se encontraba­n en primer grado y no llegaban al 0,5% los que disfrutaba­n del régimen abierto. Las tornas se han invertido y ahora son poco más del 4% los que cumplen condena en el régimen más estricto, mientras que el 88% ya está en segundo grado y más del 7% en régimen abierto.

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