Más Rusia que Bielorrusia
La crisis deliberadamente manufacturada por el Kremlin en la frontera oriental de Polonia debe entenderse como parte de esa tendencia global que mezcla el resurgir del peor nacionalismo, un preocupante retroceso democrático y un amenazador auge del autoritarismo. Como resultado, el llamado orden internacional liberal, basado en reglas, se encuentra cada vez más cuestionado por regímenes dispuestos a toda clase de horrores y abusos con tal de perpetuarse en el poder. Por mucho que esta agresiva falta de respeto hacia la dignidad humana se camufle de guerra híbrida y revisionismo histórico.
Desde el fraude en las elecciones de agosto de 2020, y la brutal represión contra sus opositores, el régimen bielorruso de Alexander Lukashenko no ha hecho más que alejarse del contexto europeo para integrarse cada vez más en la oscura órbita de Rusia. No ha dejado ni un solo día de reprimir, perseguir y torturar para mantenerse en el poder. Hasta llegar incluso al terrorismo de Estado en forma de piratería aérea para apresar al joven periodista Roman Protasevich, culpable esencialmente de hacer su trabajo.
Tan nostálgico de la era comunista que a su KGB le sigue llamando KGB, Lukashenko se empeña en recrear el socialismo soviético en todo su miserable esplendor. Hasta el punto de convertir la economía de un país de 9,5 millones de habitantes en un empobrecido parque temático de centralización, planificación y estatalización. Eso sí, la factura corre a cargo del Kremlin a cambio del vasallaje de una Bielorrusia con una soberanía cada vez más cuestionada.
Como subvencionado mamporrero de Putin, Lukashenko utiliza a refugiados e inmigrantes repescados en múltiples Estados fallidos para seguir explotando las nuevas y viejas fracturas de Europa. Ahora toca escenificar en Polonia, a su vez inmersa en un grave deterioro de sus instituciones democráticas y del imperio de la ley, un pulso entre cristiandad y pureza nacionalista frente a la barbarie globalista. Mientras la derecha alternativa convierte #VivaPolonia en ‘tremending topic’ y se propaga toda esa narrativa tan divisiva como tóxica que tanto beneficia a Moscú.