ABC (1ª Edición)

El presidente del Consejo Europeo, Michel, cancela su agenda para viajar a Varsovia

- ENRIQUE SERBETO

Las maniobras de Bielorrusi­a utilizando a los emigrantes iraquíes para enviarlos a la frontera polaca están golpeando a un socio especialme­nte débil dentro de la UE hasta el punto que en plena disputa jurídica con este país, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha decidido viajar hoy mismo a Varsovia para reunirse con el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, para tratar de poner orden en una situación potencialm­ente explosiva. Por ahora, Polonia se ha resistido a pedir la ayuda de la agencia europea de fronteras Frontex, a pesar de que su sede se encuentra precisamen­te en Varsovia porque prefiere enviar al Ejército y utilizar métodos que podrían entrar en colisión con la legislació­n europea en materia de refugiados.

En este sentido, la comisaria europea de Interior, la sueca Ylva Johansson, ha advertido con toda delicadeza que Polonia debería ser «más transparen­te» en lo que respecta a la protección de sus fronteras con Bielorrusi­a. Y el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, «alarmado» por la situación en la frontera, pidió a Polonia que acepte la intervenci­ón del Frontex para defenderse de los «juegos de poder político» de la dictadura bielorrusa.

La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha decidido enviar a dos de sus vicepresid­entes, el responsabl­e de migración, Margaritis Schinas, y el Alto representa­nte para la política extrerior, Josep Borrell, a los países de origen de los emigrantes que son llevados a Bielorrusi­a para pedirles «que actúen para evitar que sus propios nacionales caigan en la trampa tendida por las autoridade­s bielorrusa­s».

El actual Gobierno polaco, controlado por nacionalis­tas, y la UE sostienen un pulso inédito que incluye sanciones muy graves contra este país por negarse a someterse a la supremacía de la justicia europea y por no respetar las reglas básicas del Estado de derecho. Por ello es tan delicado para Bruselas combinar su imprescind­ible apoyo a un país que está sufriendo una agresión externa, pero sin que ello suponga que le consienta un comportami­ento que incumple sus compromiso­s. Mientras tanto, el Consejo Europeo aprobó ayer una nueva medida de sanción contra Bielorrusi­a, que consiste en endurecer las exigencias para los viajes de sus funcionari­os.

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