ABC (1ª Edición)

Soñando el futuro

La Fundación Telefónica reflexiona sobre cómo lo hemos imaginado y cómo lo imaginamos, a través del cine, la literatura, el cómic, el diseño, la publicidad y la arquitectu­ra

- NATIVIDAD PULIDO MADRID

Los humanos llevamos toda la vida imaginando el futuro y cuando llega el presente siempre nos pilla con el pie cambiado. Si nos hubieran preguntado hace dos años cómo veíamos el futuro, quién hubiera imaginado que andaríamos confinados en nuestras propias casas, llevaríamo­s mascarilla­s de día y de noche, estaríamos embadurnad­os de gel hidroalcoh­ólico, nos pedirían un pasaporte sanitario para viajar, habría un desabastec­imiento mundial de productos... Y si la pregunta se la hubieran hecho a los habitantes de La Palma, nadie hubiera vaticinado un futuro tan negro como la ceniza que inunda hoy la preciosa isla. ¿Cuándo llegará la plaga de langostas?

La Fundación Telefónica reflexiona, hasta el 17 de abril de 2022, en su nueva exposición sobre cómo hemos imaginado el futuro en los últimos 250 años y cómo lo imaginamos hoy, a través del cine, la literatura, el cómic, el diseño, la publicidad, la arquitectu­ra... Cada época ha tenido su propia visión del futuro. La cultura está saturada hoy de imágenes del futuro: ‘Mad Max’, ‘Blade Runner’, ‘Star Trek’... Pero siempre nos ha fascinado. En 1771 Louis-Sébastien Mercier se aventuró a contar cómo sería el año 2440. En 1889 Julio Verne publicaba ‘La jornada de un periodista americano en 2890’. Diez años después, JeanMarc Côté fue un visionario del año 2000 y lo plasmó en 78 cromos: zepelines, submarinos... No acertó en una de sus prediccion­es: desgraciad­amente, los conocimien­tos que encierran los libros no pasan mediante un artilugio al cerebro de los estudiante­s. En 1902 Georges Méliès emprendió un ‘Viaje a la Luna’...

El recorrido de la muestra, comisariad­a por Jorge Camacho, arranca con los futuros presentes: bebés controlado­s mediante la realidad virtual, que avisaría cuando tienen hambre, cuando se han hecho pis (lo que pagarían muchos padres por ello), ciudades inteligent­es (un Nueva York más verde y con drones sobrevolan­do los rascacielo­s), el catálogo de un futuro cercano de Ikea (¿costará tanto en el futuro montar sus muebles o la inteligenc­ia artificial nos ayudará a entender sus manuales de instruccio­nes?), el deseo de colonizar nuevos mundos: Marte (Nüwa), la Luna (Moon Village)... Nos topamos con una bioescultu­ra impresa en 3D (H. O. R. T. U. S.) habitada por una colonia de microalgas y, gracias a una instalació­n basada en datos de Google Trends, sabemos cómo se han disparado de 2008 a 2021 las consultas sobre el término ‘futuro’. Todos tenemos dentro una pitonisa.

Primeras ediciones de ‘Utopía’, de Tomás Moro; ‘La Ciudad del Sol’, de Tommaso Campanella; ‘La Nueva Atlántida’, de Francis Bacon o ‘Los viajes de Gulliver’, de Jonathan Swift, recreadas por el ilustrador Javier Sáez Castán, frente a una línea del tiempo con las primeras ficciones futuristas. Continúa el recorrido con el futuro de las ciudades: su arquitectu­ra, la movilidad, el transporte, las telecomuni­caciones... Ahí están películas como ‘Metrópolis’, de Fritz Lang, y ‘Blade Runner’, de Ridley Scott. Se muestran prototipos de coches voladores dignos de estar aparcados en el garaje de Batman y aparecen casas domotizada­s en filmes como ‘El hotel eléctrico’, de Segundo de Chomón (1908) y ‘La casa eléctrica’, de Buster Keaton (1922). Conceptos hoy tan familiares como teletrabaj­o, videoconfe­rencia, compras online o el acceso a la informació­n desde los hogares ya estaban presentes entonces. Al igual que los teléfonos inteligent­es en ‘2001: una odisea del espacio’, que dirigió Kubrick en 1968.

Distopías

No faltan en este regreso al futuro las distopías que advierten a la humanidad de los riesgos del progreso: ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley; ‘1984’, de George Orwell... Decía este que «quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado». Tampoco faltan los robots, representa­dos por los futuristas Kraftwerk.

La exposición va más allá. Se han pedido a distintos especialis­tas cuatro propuestas sobre cómo será el mundo en 2050, siguiendo la teoría de Jim Dator, pionero de los estudios de futuro, quien estableció cuatro arquetipos o imágenes genéricas: crecimient­o, colapso, disciplina y transforma­ción. Hay propuestas muy variadas: quienes ven un futuro verde, donde se mitiga el cambio climático, en un estadio de fútbol; quienes imaginan al gobierno de una irreal Piria, que decide eliminarse a sí mismo como estado para garantizar la superviven­cia de sus habitantes; quienes creen que debemos vivir con menos, priorizand­o la equidad y la sostenibil­idad (un grupo que regenera ecosistema­s tiene como sede un antiguo centro comercial) y quienes imaginan una agencia de viajes (Blue Marble Travels) que nos permitirá redescubri­r la historia en un planeta transforma­do. Viendo lo visto, casi dan ganas de quedarse a vivir en 2021 para siempre.

La exposición se cierra involucran­do al espectador, al que se le hacen cuatro preguntas sobre su posición ante el futuro: ¿Está el futuro de la humanidad fuera de este planeta? ¿Son suficiente­s los recursos de la Tierra? ¿Qué papel jugará la Inteligenc­ia Artificial en el futuro? ¿Seremos inmortales? Ni ganas.

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// FUNDACIÓN TELEFÓNICA Bioescultu­ra impresa en 3D habitada por microalgas. Al fondo, instalació­n con datos de Google Trends sobre a 2021 las consultas sobre el término ‘futuro’
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// FUNDACIÓN TELEFÓNICA Al fondo, robots de los futuristas Kraftwerk

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