ABC (1ª Edición)

Constituci­ón europea: única solución

- HERNÁNDEZ MANCHA POR ANTONIO ANTONIO HERNÁNDEZ MANCHA

Tenemos que avanzar hacia esa nueva Europa que nos permita afrontar más unidos que ahora todas las crisis que lleguen

EUROPA necesita ya una Constituci­ón. El problema que hoy plantea Polonia ya lo planteó Alemania en mayo de 2020, cuando ambas naciones decidieron no acatar una sentencia del Tribunal Europeo porque contradecí­a la doctrina de sus tribunales constituci­onales respectivo­s. Alemania en relación con acuerdos del Banco Central Europeo, y Polonia en relación con su Consejo del Poder judicial. El artículo I-6 de la Constituci­ón Europea que fue rechazada en referéndum en 2005 por el pueblo francés y el holandés lo decía claramente. Artículo I-6 Derecho de la Unión: «La Constituci­ón y el Derecho adoptado por las institucio­nes de la

Unión en el ejercicio de las competenci­as que se le atribuyen a ésta primarán sobre el Derecho de los Estados miembros».

Si aquella Constituci­ón hubiera prosperado el Tribunal Constituci­onal alemán no hubiera podido dictar la sentencia que dictó el 5 de mayo de 2020. Ni Polonia la suya. La reacción de la canciller Merkel apoyando al Tribunal Europeo de Justicia frente al tribunal alemán, y la desautoriz­ación de la sentencia por el propio Tribunal Supremo alemán, son una prueba elocuente de que la situación creada no admite silencio, pasividad ni indiferenc­ia, pues amenaza a toda la arquitectu­ra institucio­nal en que se apoya un poder europeo fuerte y unido. Se trata del choque entre dos ordenamien­tos jurídicos, que entran en colisión frontal. Lo peor de todo es que la situación creada no se puede arreglar por y desde Alemania, ni desde Polonia. Un correcto planteamie­nto requiere una solución europea, pues la sentencia alemana y la polaca tienen una lógica implacable porque parten de que los acuerdos estatales en cuestión se fundamenta­n en los poderes cedidos a Europa por Alemania en un Tratado internacio­nal y no en una Constituci­ón Europea. Es por ello que el Tribunal Supremo alemán no se considera concernido por una norma con mero rango de ley, como es un Tratado, y concluye que el BCE se ha excedido ‘ultra vires’ de los poderes cedidos por el estado alemán, vulnerando de este modo el BCE la norma máxima a la que dicho Tribunal está sometido.

Conclusión: el Tratado de Lisboa que vino a cubrir la ausencia de una verdadera Constituci­ón, muestra su insuficien­cia al no ser una Constituci­ón, lo que permite al Tribunal Supremo alemán dictar esta sentencia. La conclusión está clara, como ya lo estuvo en 2005: Europa necesita una Constituci­ón y la necesita ya. Hay que volver al espíritu y metodologí­a de la fracasada Constituci­ón de Laeken. Hay que actualizar su texto por la incorporac­ión de nuevos miembros a la Unión y para ofrecer una salida airosa a la posible reconsider­ación por los británicos de su futuro, recordándo­les que fue Churchill quien propuso la creación de los Estados Unidos de Europa. Hay que robustecer el poder ejecutivo europeo de modo que haya esa sola voz de un presidente de Europa como tienen, con la ventaja que ello les da, China, Rusia y los EE.UU. Ante una crisis como la presente, de nada vale mantener una actitud retardatar­ia. ¿A qué nueva crisis debemos esperar para unirnos de verdad y poder competir en pie de igualdad con el resto del mundo? Si no aprovecham­os el actual momento para dar un paso al frente, constatand­o que en Europa todo lo que no es avance es retroceso, perderemos la ocasión, el tiempo y el dinero. O ahora, o nunca.

Tenemos que avanzar hacia esa nueva Europa que nos permita afrontar más unidos que ahora todas las crisis que lleguen. Constituci­ón Europea es la palabra clave. Pasemos de las palabras a los hechos.

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