ABC (1ª Edición)

«Los concursant­es de ‘realities’ no deberían haber hecho televisión»

▶ Mónica Naranjo cambia la telerreali­dad del lineal por la de Netflix, donde mañana estrena ‘Amor con fianza’

- LUCÍA M. CABANELAS

Hizo del semblante serio y la distancia señas de identidad que todavía se siguen imitando, pero Mónica Naranjo sufría por dentro con cada infidelida­d de ‘La isla de las tentacione­s’. Ahora arrastra su cara de póquer –«es la que tengo»– a ‘Amor con fianza’, el nuevo ‘reality’ que Netflix estrena mañana y donde sobrelleva las veleidades de las relaciones con la misma entereza que en el formato de Telecinco, al que tanto se parece el nuevo programa. «Te ven como un hada madrina y es para contarles y enseñarles algo que dices ‘ay, Dios mío, pobrecitos’. Yo es que soy muy empática», dice la cantante. Se fue de Telecinco en la primera edición del exitoso ‘reality’ porque, como en la música, «cuando tocas el cielo, es una tontería hacer una segunda parte». También por «el tema económico, por supuesto», pero no quiso renunciar a un formato en el que, más allá de la rigidez que transmite, presta su hombro en cada nueva contingenc­ia.

En ‘Amor con fianza’ hay villas idílicas, parejas celosas y, en lugar de una tableta, una pantalla grande. Los problemas, tan complejos, vuelven a ser los mismos, y el ‘reality’ surge, de nuevo, para poner a prueba la solidez de unas relaciones que se tambalean. Las diferencia­s con el programa de Telecinco en el que tanto se mira son la técnica ‘eye detect’ –una versión moderna del polígrafo de Conchita–, que las parejas, además de ponerse a prueba, concursan para llevarse los 100.000 euros del premio y no están familiariz­ados con el medio. «Los concursant­es de ‘realities’ no deberían haber hecho nunca televisión, porque eso es lo que hace auténtico un ‘reality’. Una persona que venga del medio, haya hecho lo que haya hecho, siempre está resabiada. Sabe qué decir, cómo posar, cómo mirar, los dramas. Lo tienen muy planeado», asegura la anfitriona. En ‘Amor con fianza’, sin embargo, todas las parejas entraron «muy inocentes, expectante­s de lo que iba a pasar. Todo les llamaba la atención: la casa, las estatuas, los jarrones, el catering… todo les fascinaba.». Hasta que, como en todo concurso, el amor se hace a un lado y solo importa el bote, que es comunitari­o. «Como en la vida, todo tiene un precio. Si tú quieres, la verdad suma y la mentira resta», resume Naranjo sobre la dinámica del concurso, el segundo ‘reality’ de Netflix España tras ‘Insiders’. El Dorado de Netflix

Después de las ficciones históricas o de instituto y el ‘true crime’, la plataforma parece haber encontrado su nuevo Dorado en la televisión lineal, en la que se fija y sobre la que innova. La ventaja es que «puedes vértelo cuando quieras, de una sentada, sin anuncios ni pausas, sin esperar una semana a ver qué pasa». «Un ‘reality’ es la cosa más entretenid­a del mundo y de la que también se aprende», asegura la cantante, para quien no es difícil que el espectador se vea reflejado en las seis parejas que participan.

Todos tienen insegurida­des, mienten, sufren y traicionan la confianza, de ahí el doble sentido del título. Mónica Naranjo, además de augurio de malas noticias, también presta su experienci­a para analizar lo que les pasa, más allá de la juventud, divino tesoro o pozo interminab­le de meteduras de pata. «Le damos muchísima importanci­a a la fidelidad y poca a la lealtad», reflexiona la anfitriona, para quien no todas las mentiras son iguales. «Amar significa ceder y se cede poco; hay que ceder, pero se escucha poco y se comunica poco por miedo a las discusione­s. Las discusione­s equilibrad­as son buenas y refuerzan la unión y la confianza en una pareja», sentencia. Nadie lo sabe mejor que ella, que ha visto sufrir, impasible, a parejas en Telecinco y en Netflix.

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// NETFLIX ESPAÑA Mónica Naranjo repite como anfitriona de parejas en ‘Amor con fianza’

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