Sánchez y la factura
Los economistas europeos están atónitos con el pánico eléctrico del Gobierno español
Daniel Gros es uno de los economistas más influyentes de Europa. Actualmente es director del Centro de Estudios de Política Europea (CEPS) y es uno de los creadores del euro. Su opinión es tajante: «El Gobierno español está cometiendo un doble error al prometer que los hogares no pagarán más por la electricidad de lo que pagaron en 2018». La advertencia figura en su último artículo en Project Syndicate titulado ‘Lo que revela la crisis energética de Europa’. Pedro Sánchez debería leerlo porque ya no solo es que el presidente ha vuelto a engañar a los españoles prometiendo que su factura eléctrica en 2021 será igual a la de 2018, sino que, además, este tipo de promesas, según Gros, revela la falta de capacidad «para gestionar los desafíos concretos de la transición verde».
«Es poco probable –escribe– que las sociedades que no pueden aceptar los precios actuales de la energía se preparen adecuadamente para la transición verde, independientemente de sus promesas de emisiones netas cero para 2050 o más allá».
Y añade: «Una característica clave de una sociedad resiliente es su capacidad para evitar la acumulación de vulnerabilidades, incluso en el sector energético. España, donde el Gobierno ha entrado en pánico ante el fuerte aumento de los precios de la electricidad, ofrece un ejemplo sorprendente. Antes, el Gobierno alentaba a las familias a firmar contratos de electricidad a precios al contado, lo que era una ganga cuando los precios estaban bajos. Pero tales acuerdos se vuelven políticamente insostenibles cuando los precios al contado de repente se duplican o triplican».
Quizá sin quererlo, Gros le reprocha al Gobierno no contar con algún mecanismo de mercado que permita amortiguar la volatilidad de los precios. En el pasado lo tuvimos, eran aquellas famosas subastas trimestrales que eliminó el ministro José Manuel Soria porque fueron manipuladas. La CNMC multó a Iberdrola en 2015 con 25 millones de euros por este motivo, Soria dimitió por los papeles de Panamá, pero ningún ministro se ocupó de restablecer un sistema de amortiguación de los precios a prueba de fraude.
Que el asunto no está en la cabeza de Sánchez lo revela una intervención suya donde se quejaba del interés de los telediarios por el precio del gas. «¡Como si el gas lo pagáramos todos los días!», apostilló. Claro, así es como lo pagamos, señor presidente. Según el precio de cada día.
Los precios bajos de la energía son muy convenientes políticamente, dice Gros, pero «llevan a empresas e individuos a construir modelos de negocios y medios de vida con energía barata, lo que dificultad mucho cualquier ajuste al alza, aunque sea temporal». La solución técnica adecuada es utilizar el incremento en los ingresos tributarios para ayudar a los hogares más pobres a mitigar el impacto del alza. Esto no es fácil –ya lo hemos visto con el Ingreso Mínimo Vital– y exige niveles de eficiencia del Estado que aquí no conocemos.