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Casi te extraña que alguien te diga que va a tener un hijo, en lugar de que se ha comprado un perro
EN España habitan unos 5.300.000 niños menores de 12 años, y 7.500.000 perros. He elegido el censo de los niños menores de 12 años, porque 12 años es el promedio de la vida de un perro.
El número de perros aumentó en un porcentaje notable, durante los primeros meses de la pandemia, debido a que nuestras sabias autoridades prohibieron que los niños salieran a la calle y, en cambio, sí se podía sacar a los perros. Algunos adultos, que jamás pensaron en adoptar a un perro, se percataron de las ventajas indudables que llevaba acompañada la propiedad de un can. Propiedad, sí, porque nuestros gobernantes ya nos han advertido, en un par de ocasiones, que los hijos no son de los padres, pero los perros, sí, pese a que no se han dado casos en ninguna pareja, donde haya tenido lugar el alumbramiento de un perro.
Las ventajas del perro sobre el niño son indudables. Por ejemplo, no sacas al niño a que se cague en la acera, pero sí puedes hacerlo con el perro, con lo que te ahorras una buena cantidad de dinero en pañales. No hay que llevar al perro a la escuela, ni discutir si es mejor la escuela de perros pública, que la privada. El niño, además, tiende a aumentar sus necesidades a medida que crece, y estudia una carrera, o una formación profesional, y, durante ese tiempo le tienes que alimentar, vestir y cubrir sus necesidades de asueto, mientras que al perro, jamás le tienes que dar dinero para que se vaya con sus amigos a comerse una pizza.
Hay hijos que, a pesar de no pertenecer a los padres, tal como nos ha recordado el Gobierno, les tienes que proporcionar techo, comida, y dinero para su ocio hasta cerca de los 33 años, edad en la que murió Jesucristo que, de nacer ahora, no le hubiera dado tiempo de nada. Además, el perro siempre te atiende cuando le hablas, y nunca está mirando su teléfono móvil, porque al perro no hay que comprarle un teléfono móvil.
Es todo tan evidente que la tendencia se ha instalado en España y apunta a crecer. Es más, casi te extraña que alguien te diga que va a tener un hijo, en lugar de anunciarte que se ha comprado un perro.