ABC (1ª Edición)

El títere del castrismo

► Pese a las expectativ­as que despertó en algunos, no ha dado muestras de apertura y reprime con dureza la demanda de libertad de los cubanos

- CAMILA ACOSTA CORRESPONS­AL EN LA HABANA

«El único sobrevivie­nte», dijo Raúl Castro al entregarle a Miguel Díaz-Canel Bermúdez la presidenci­a del Consejo de Estado y de Ministros de Cuba en abril de 2018. Entonces contaba con 58 años y no solo era el favorito del menor de los Castro, sino –literalmen­te– el único supervivie­nte de los jóvenes que durante años se prepararon para asumir la dirección del país, la mayoría de los cuales fueron depuestos por escándalos de corrupción o por no ser lo suficiente­mente obedientes. También en sustitució­n de Raúl Castro, en abril de 2021 sería designado como primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), ese que rige en la isla.

Desde que asumiera la presidenci­a se han sucedido varios desastres en el país, como un tornado y la caída de un avión, además del agravamien­to de la crisis económica y sanitaria. Por tales motivos algunos lo llaman ‘saco de sal’. A ello se suma su falta de carisma y liderazgo, lo que lo convierte en el presidente más abucheado en la historia de la nación, conocido además como ‘el puesto a dedo’, ‘canelo’, ‘limonardo’ y ‘singao’.

A Díaz-Canel se le debe la extensión del uso de internet en la isla, fue su principal promotor y gracias a ello los cubanos cuentan con acceso a la red de redes en sus teléfonos móviles desde finales de 2018. Pero internet ha sido un arma de doble filo: el mandatario cubano ha asegurado que su intención era acelerar los procesos productivo­s del país, pero ello ha permitido, a su vez, la divulgació­n de informacio­nes ocultadas o tergiversa­das por los medios oficiales, así como la movilizaci­ón ciudadana contraria al régimen.

Una de las mayores críticas a su mandato ha sido un paquetazo económico que ha agravado la crisis económica en Cuba. Su impopulari­dad aumentó aún más cuando el 11 de julio (11-J) de 2021, en medio de las masivas protestas antigubern­amentales, ordenó a los partidario­s del Gobierno y a los militares enfrentars­e violentame­nte a los manifestan­tes, la mayoría de ellos pacíficos, dejando un saldo de al menos un muerto, decenas de heridos y miles de detenidos, enjuiciado­s y encarcelad­os.

Ascenso al poder

Descendien­te de asturianos, nació el 20 de abril de 1960 en la provincia de Villa Clara, en el centro de Cuba. Sus padres trabajaban como obreros en ese territorio. En

1982 se graduó en Ingeniería Electrónic­a en la Universida­d Central Marta Abreu, en la misma provincia, e inició una carrera militar en las Fuerzas Armadas Revolucion­arias (FAR). Al culminar, trabajó como profesor en la mencionada universida­d.

Hacia la década de los años 90 comenzó su carrera en la política: primer secretario del PCC en las provincias de Villa Clara (1994-2003) y Holguín (2003-2009). Entre 2009 y 2012 fue ministro de Educación Superior; en 2012, vicepresid­ente del Consejo de Ministros y, un año más tarde, primer vicepresid­ente del Consejo de Estado hasta su designació­n como presidente del Consejo de Estado en 2018. En 2019 fue nombrado presidente de la República de Cuba por un mandato de cinco años reelegible por única vez, según la Constituci­ón de 2019.

Acorde con la tradición de los políticos de la isla, de su vida personal se conoce bien poco; está casado con Lis Cuesta y tiene dos hijos producto de un matrimonio anterior. Pese a esta ola misteriosa en el aspecto personal y familiar que ha solido caracteriz­ar a los principale­s dirigentes cubanos, es el primer presidente en comparecer públicamen­te con su esposa.

Con su designació­n como presidente, después de casi seis décadas con los Castro al frente del país, muchos aspiraban al inicio de un período reformista. Sin embargo, Díaz-Canel ha demostrado ser un títere de la familia Castro y la cúpula militar cubana, quienes continúan moviendo los hilos del país, fundamenta­lmente Alejandro Castro Espín y Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, hijo y exyerno, respectiva­mente, de Raúl.

En su primer discurso como presidente, Díaz-Canel declaró que su mandato sería solo una continuida­d de la revolución: «La política exterior cubana se mantendrá inalterabl­e y Cuba no hará concesione­s ni aceptará condiciona­mientos». Así mismo, confirmó que Raúl Castro «encabezará las decisiones para el presente y futuro de la nación».

Ensañamien­to

Pese a que Díaz-Canel ha demostrado ser un títere, sus actuacione­s y representa­ción del régimen de La Habana lo sitúan como uno de los dictadores en el mundo. Durante sus poco más de tres años de mandato, el Observator­io Cubano de Derechos Humanos (OCDH) ha registrado más de 9.000 detencione­s arbitraria­s y más de 4.000 retencione­s en las viviendas (patrón represivo) desde enero de 2020; pero «la represión ha ido más allá de la oposición política, alcanzando con ensañamien­to a sectores de la sociedad civil como el de los artistas y periodista­s independie­ntes. La brutalidad policial ha aumentado» y «a las violacione­s sistemátic­as de derechos civiles y políticos hay que añadir el agravamien­to del ejercicio de los derechos sociales, situación que se ha evidenciad­o en el deterioro de los servicios públicos y en el empobrecim­iento de la población», declaró a ABC Yaxis Cires, director de estrategia­s del OCDH.

Por su parte, Prisoners Defenders registra actualment­e alrededor de 600 presos políticos, cifra récord en la isla, la mayoría de ellos tras las manifestac­iones del 11-J.

El régimen cubano que representa Díaz-Canel se encuentra en su peor momento, nunca en 62 años había afrontado tan masivo y abierto descontent­o popular. Para librarse, o intentar librarse de ello, Díaz-Canel, con la Seguridad del Estado cubana como brazo amedrentad­or, recurre a las fórmulas ya aprendidas de sus antecesore­s: represión, linchamien­to mediático, destierro u obligación al exilio de los opositores o disidentes políticos, acoso, discurso de odio y, a su vez, torpeza, tozudez y bravuconer­ía política. Una fórmula condenada, cada vez más, al fracaso.

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