Los últimos románticos

Una oposición es para el que se la trabaja; lo otro linda con el mamoneo

EL acceso a la función pública se basa en los principios de igualdad, mérito y capacidad. Reconvertir a los interinos cinqueños en funcionarios gracias un birlibirloque como de niña a mujer, dinamita la regla, acaso la última, que no sólo nos concedía seriedad frente a la pandereta imperante y el chanchullo habitual, sino que nos protegía de la pasión enchufista de los jerarcas que prefieren utilizar el abuso para sus fines chapuceros. Una oposición nos iguala y ahí nos enfrentamos desnudos frente a la vida, pero los que siempre hablan de igualdad, luego, rara vez la practican porque sólo aceptan el sesgo ideológico de su color. Los que no piensan como ellos no merecen trato de igualdad.

La tribu de opositores que emprende su largo camino merece todo mi respeto. Se enclaustran con disciplina de fraile, empollan hasta quemarse las cejas, la tez de su rostro adquiere tono cerúleo, su presencia se torna fantasmagórica. En plena juventud renuncian a los placeres que les exige el cuerpo porque han escogido la senda del esfuerzo y desean esa plaza que pueden (o no) conseguir en justa lid. Pla, entre otros, se burlaba mucho de la presencia de esos eternos opositores con los que coincidía en las pensiones. Aunque Pla es un coloso, no comparto estas chanzas porque los opositores, en la galaxia del usar y tirar, de los caprichos artificiales tan urgentes como banales, se me antojan los últimos románticos dispuestos al sacrificio. Apuestan por el esfuerzo de largo aliento en unos tiempos que desprecian el sudor de las meninges. La medida que socava las normas que todavía sujetaban el entramado de la administración nace de la tirria que, buena parte de la izquierda, le profesa a las oposiciones. No soportan este sistema porque sospechan que, tras cada opositor de éxito, se esconde un peligroso derechista. Pero en realidad encontramos gente responsable que optó por conquistar una plaza sin depender de nadie. La oposición es para el que se la trabaja. Lo otro linda con el mamoneo.