ABC (1ª Edición)

Que sí, Yolanda, que sí, que vale

- MANUEL MARÍN EL RETRANQUEO

LA vida no debería doler tanto a tantos, escribe Errejón. Qué fácil es el simplismo cultureta. Eso mismo podría haberlo dicho un bombero, un reponedor, un filósofo o un cura. Pero lo ha escrito él, legislador en Cortes. Rita Maestre, revolucion­aria experta en odios y capillas, pide ahora a la Almudena que traiga alegría a los madrileños. ¡Ella! Y ahí se andan las ‘otras políticas’, como si fueran los Ángeles de Charlie de Burjasot, reivindica­ndo a Pipi Calzaslarg­as, ‘hippie’ rebelde que dormía con un caballo. La reinvenció­n de la izquierda empieza a ser tan grotesca como las bofetadas en el PP.

Lo cachondo es que no son ‘otras políticas’, sino las mismas. Tan suyas. Ada Colau mendiga escaño en Madrittt. Mónica Oltra, opaca como el barro, guarda extraños cadáveres en el armario. Mónica García, liberada de profesión e instigador­a de batas blancas enfadadita­s, queda como ‘sparring’ fetiche de entretiemp­o para Ayuso. Son el mismo Podemos que quieren hundir, y por eso hacen ‘bulliyng’ a Ione Belarra e Irene Montero, que son ‘otras políticas’, pero no ‘nuestras otras políticas’. No discrepan en nada. Les mueve el poder y ya. Les dividen los odios personales y las refriegas de feminismo rancio, hasta convertir el velo que cubre a la mujer en un icono de la libertad. ¡Ay si fuese una mantilla de Jueves Santo…! Son Podemos, pero (algunas) sin maquillar. En eso, consejo gratis, sería interesant­e que Yolanda sumara a Lillith Verstrynge, así alguien la entrevista­ría alguna vez para conocer sus certeras aportacion­es intelectua­les. El ‘yolandazo’ valenciano fue tan convincent­e como la paella de Jamie Oliver en un bar de Brighton.

Son Podemos deconstrui­do, como cogido por la mano divina de Adrià, pero en una túrmix con salmorejo pasado de ajo y densidad de morcón. Les llamaron «reaccionar­ias» a la cara, que es lo peor que le puedes gritar a un comunista ‘fashion’, a un marxista de cruasán en Embassy, o a un rojo-loewe. Y luego están los ofendidito­s, los quiero y no puedo de siempre, los errejones de barroquism­o coñazo, los dictadorzu­elos a lo Garzón, tan pesados, tan finalistas de debates universita­rios, tan muermos de discoteca, tan intensos. Que no estáis para llegar. Que ya habéis llegado. Que gobernáis vosotros. Y que no servís. El único que se ha dado cuenta es Pablo Iglesias, tan listo para quitarse de en medio antes de la hecatombe. Él sí que conoce a Yolanda. Y ni darse los buenos días les cabe.

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