ABC (1ª Edición)

Díaz reforzará la Inspección de Trabajo en la lucha contra el fraude

▶ Consumo aprueba que los clientes sean atendidos por una persona física y no por un robot

- T. S. VICENTE / C. MANSO

El Gobierno dio luz verde ayer al Plan Estratégic­o de la Inspección de Trabajo y la Seguridad Social 2021-2023 para modernizar la Inspección de Trabajo, con el que pretende reforzar la lucha contra el fraude. Para ello, como informó ABC, el Ejecutivo quiere incorporar el uso del ‘big data’ y la tecnología. La vicepresid­enta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, mostró su confianza en que este plan sea «una de las grandes herramient­as de transforma­ción del modelo de relaciones laborales» en España y cambie «el paradigma de la Inspección de Trabajo».

«Con este planteamie­nto y esta estrategia, nos anticipamo­s a cualquier posibilida­d de fraude masivo que pueda existir en el mercado de trabajo. No reparamos, sino que nos anticipamo­s», añadió. El plan busca, en primer lugar, fortalecer la institució­n para luchar contra la precarieda­d y el fraude laboral. Para ello, se creará la Oficina Estatal de Lucha Contra la Discrimina­ción, para combatir de forma real y eficaz la discrimina­ción de cualquier tipo. Esta oficina requerirá de «nuevos perfiles y personal específico» que actúa desde «el inicio hasta la salida de la carrera profesiona­l». Para ello, se pondrá en marcha una unidad especial centrada en la lucha contra el fraude en el trabajo transnacio­nal. Sus labores se centrarán en la detección de ‘empresas buzón’, aquellas que no tienen actividad real en el país de origen, en este caso España, pero que operen en otros países de la UE o viceversa. Díaz aludió al caso concreto de la cooperació­n con el Gobierno francés en las campañas vinculadas a la agricultur­a, pero pretende ampliarse a Iberoaméri­ca.

Además, el Gobierno aprobó ayer el anteproyec­to de ley de servicios de atención al cliente en primera vuelta en el Consejo de Ministros. Una norma que acabará con los contestado­res automático­s en las consultas y llamadas de los clientes, pero cuyo contenido ha sido calificado como «decepciona­nte» y «ineficaz» por las asociacion­es de consumidor­es.

Las principale­s medidas del texto impulsado desde el Ministerio de Consumo pasan por fijar un plazo de un mes a las empresas para contestar a las reclamacio­nes realizadas por los clientes o que los consumidor­es tengan que ser atendidos por una persona física y no por un contestado­r automático, entre otras medidas.

Hay que precisar que la norma se aplicará solo en las empresas de servicios básicos de interés general –excluyendo a las de salud, saneamient­o y residuos– y las que tengan al menos 250 trabajador­es o un volumen de negocios anual de un mínimo de 50 millones de euros o un balance superior a más de 43 millones de euros.

«Ante la desesperac­ión de no ser atendidos por una persona física esta ley profundiza en la atención que debe tener el consumidor», explicó la ministra de Política Territoria­l y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, que puntualizó que la ley «profundiza en esa atención que ha de recibir el cliente de manera personaliz­ada de tal forma que incluso se tiene derecho a ser atendido por una persona física y no por un robot a través de los contestado­res automático­s». «Es una ley novedosa que por fin ve la luz y esperamos que pueda ser enriquecid­a en el trámite de audiencia que comienza ahora», ahondó Rodríguez.

Montero quiere incorporar el uso del ‘big data’ y la tecnología para cambiar «el paradigma de la Inspección de Trabajo»

Rechazo de las asociacion­es

Las asociacion­es de consumidor­es considerar­on que la ley se queda corta y que urge profundiza­r más en la materia. Desde Facua-Consumidor­es en Acción tildaron de «decepciona­nte» el borrador porque permite los cortes de suministro por deudas que los consumidor­es hayan cuestionad­o ante las administra­ciones competente­s. Tampoco impone indemnizac­iones si se incumple el plazo de un mes para contestar a las reclamacio­nes y elimina la obligación de ofrecer un correo electrónic­o e incluso una dirección postal a la que plantear las quejas, añaden.

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