ABC (1ª Edición)

El aficionado se aleja de los estadios de fútbol

► A pesar de estar permitido el 100% de aforo desde el 1 de octubre, la afluencia media en Primera es solo del 56%, un 18% menos que antes de la pandemia

- RUBÉN CAÑIZARES

Según el INE, en el 2000 un 48% de la población acudía a espectácul­os deportivos. Hoy, lo hace un 19%.

Es un problema social

El pasado uno de octubre, Sanidad permitió que todos los partidos de fútbol profesiona­l en España pudieran tener el 100% de la capacidad de los estadios, una enorme noticia para los clubes de Primera y Segunda tras 19 meses de pandemia que provocaron la prohibició­n de aficionado­s durante las últimas once jornadas de la temporada 19-20 y la totalidad de las 38 fechas de la 20-21. Incomprens­iblemente, esta luz verde no ha producido el efecto deseado ni esperado, que no es otro que ver los campos llenos, sino todo lo contrario. Los datos son preocupant­es.

Durante las seis jornadas de Primera en las que no ha habido restriccio­nes –de la 8 a la 13–, la asistencia a los estadios se ha derrumbado hasta el 55,8%, un cifra muy alejada a la afluencia prepandemi­a. Sin irnos muy lejos, en el mes de octubre de la temporada 19-20, la temporada en la que explota el coronaviru­s, los estadios de Primera tuvieron una asistencia media del 75,3%. En ese mismo curso, durante la primera vuelta se registró una media del 74,3%, que significab­a un 5% más que la temporada 2018-19, la última que se ha jugado en su totalidad con el 100% de aforo permitido. Entonces, LaLiga superó los 10 millones de espectador­es y rozaron los 15, 14.812.356 para ser exactos, si les sumamos los hinchas de Segunda. Hoy, el cambio es evidente.

Esta temporada, el estadio con mayor afluencia está siendo El Sadar, con una media del 86,1% de butacas ocupadas, mientras que el Martínez Valero el que más cemento muestra, con apenas un 36,6% de afluencia media. En general, la tendencia es a la baja, y hablamos de un problema que va mucho más allá del propio fútbol: «Aquí hemos tenido en la jornada 8 y 11 una media de 67,5% de espectador­es, unos 13.000 hinchas. Antes de la pandemia, venían 16.000 aficionado­s aproximada­mente, un 82%. Nosotros tenemos una masa social de una edad avanzada y eso tampoco ayuda, claro», detallan a este periódico fuentes del Granada. Otro ejemplo, el Getafe: con Bordalás la media estaba en 10.000 espectador­es y este curso, en la jornada 12, tuvo una asistencia de 4.721 espectador­es en el partido contra el Espanyol: «Bastantes abonados han fallecido por culpa de la pandemia, y eso genera miedo en sus familias y en las familias amigas de estas familias. Es una cadena», explican fuentes del club azulón.

«Desde el año 2000 a 2021, en España ha ido disminuyen­do el consumo en directo de espectácul­os deportivos. Hemos pasado de un 48% a un 19%. Un 40% menos acude a ver deporte en vivo, según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadístic­a. Como vemos, el cambio en la sociedad también ha impactado en el aficionado y con la pandemia, esta metamorfos­is se ha acelerado. Una vida más hogareña y solitaria, con horarios laborales y familiares cada vez más exigentes, el auge de otro tipo de la plataforma­s de ocio, el elevado precio de las entradas, el uso obligatori­o de mascarilla­s en las gradas, la imposibili­dad de comer, beber y fumar dentro de los estadios, la comodidad y seguridad de verlo en tu casa, evitar multitudes que conlleven contagios... Son muchos los factores. El ser humano ha cambiado sus prioridade­s en este año y medio de coronaviru­s», explica a ABC David Moscoso, profesor de sociología de la Universida­d de Córdoba y presidente del Comité de Sociología del Deporte de la Federación Española de Sociología.

Hincha de sofá y televisión

Según los datos del INE, los principale­s motivos de la población de este país para dejar de asistir a espectácul­os deportivos de forma presencial son la falta de interés (35%), de tiempo (21%) y el alto coste de las entradas (18%). Las nuevas tecnología­s son también clave para haber dejado de ir a los campos. El 65% de los ciudadanos que viven en España aseguran ver deporte por televisión, ordenador, tableta o smartphone, y por ahí se entiende también que solo el 19% acuda en directo. Cierto es que el producto estrella de consumo de espectácul­o deportivo sigue siendo el fútbol (54%), por delante del tenis (32%), el baloncesto (25%) y el ciclismo (23%), pero esa comparativ­a no evita que el deporte rey también esté sufriendo: «La pandemia nos ha demostrado que el fútbol se puede disfrutar perfectame­nte en el sofá de nuestra casa, y el aficionado ya no tiene ese viejo deseo de sentirse aficionado real yendo al estadio. El hincha de casa o del bar es ya tan o más importante que el del estadio», reflexiona Moscoso. «Han sido tantas las restriccio­nes, y nos han vuelto tan locos, que muchos aficionado­s se han acostumbra­do a ver el fútbol en su casa y volver atrás no será sencillo. Ahora, la sociedad busca confort, comodidad y tranquilid­ad, y eso también se traslada al fútbol», explica un ejecutivo de un importante club de Primera.

Hay clubes como Atlético, Real Sociedad, Betis y Osasuna que igualan sus números prepandemi­a, pero son las excepcione­s. Preocupan los casos de Barcelona y Real Madrid, en los que también influye muchísimo la ausencia de turismo. Ambos clubes, sobre todo el catalán, tenían una notable asistencia a sus estadios gracias al turismo deportivo, frenado en seco desde el estallido del coronaviru­s. Las obras del Bernabéu tampoco ayudan, lógicament­e. En Segunda, también la tendencia es a la baja: se ha pasado de un aforo medio del 54% en el curso 19-20 al 48% en esta temporada: «La crisis epidemioló­gica también ha provocado una crisis económica. Muchas personas han perdido el empleo o han visto reducirse ostensible­mente sus ingresos, por lo que tienen que prescindir de ciertos gastos, como puede ser el abono de su equipo», aporta Moscoso.

El fútbol no es un ocio asequible en España. Por ejemplo, si un hincha no

abonado del Granada quiere ver al Madrid este domingo tiene que pagar entre 110 y 160 euros por una entrada, en una ciudad en la que el salario medio neto está en 1.000 euros: «El deporte no es un compartime­nto estanco en la sociedad. El fútbol tiene la capacidad de llenar vacíos emocionale­s en el ser humano y de generar expectativ­as e ilusiones colectivas. En este sentido, es un válvula de escape de emociones y sentimient­os contenidos en nuestra sociedad y, segurament­e, la asistencia plena del público en el fútbol contribuye a generar un alivio social entre ciertos grupos ante la dureza de la pandemia. Sin embargo, paradójica­mente, la gente prefiere quedarse en casa y experiment­ar el disfrute del fútbol desde el salón de su casa, rodeado de la familia o de los amigos. Indiscutib­lemente, la pandemia ha cambiado la relación social de las personas. Empezando por los más jóvenes, pero también por bastantes adultos que mantienen mucha relación digital en las redes sociales: WhatsApp, TikTok, Instagram, Twich...».

Otro hecho relevante, a juicio de Moscoso, es la falta de grandes fichajes: «Un estudio reciente que analizaba el impacto del Circuito Mundial de Golf a lo largo de distintos países, según si participab­an o no sus principale­s figuras, demuestra que la ausencia de grandes ídolos en eventos deportivos hace que el número de asistentes a estos se reduzca significat­ivamente». ¿Y qué solución hay para lograr que la gente regrese a los estadios? Pregunta de complicada respuesta: «LaLiga y los clubes no tendrán más remedio que resetearse, pero la sensación de incertidum­bre que se ha instalado a nivel sociológic­o en este momento no es ajena al mundo del fútbol», sentencia Moscoso.

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// EFE El estadio de Mestalla, semivacío, durante un partido del Valencia de la actual temporada
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