ABC (1ª Edición)

El nuevo petróleo: los semiconduc­tores

- POR ALICIA GARCÍA HERRERO ALICIA GARCÍA HERRERO

TLos semiconduc­tores inundan nuestros medios, pero no queda claro porqué una manufactur­a puede escasear tanto. Parece aún más incomprens­ible para una potencia manufactur­era como la Unión Europa, pero la realidad es que cada semiconduc­tor es resultado de una cadena de producción muy compleja, desde el diseño a la litografía, producción y ensamblaje, por lo que ninguna economía puede integrar toda la cadena verticalme­nte sin incorporar valor añadido de otras geografías.

La escasez de semiconduc­tores se debe, al menos en parte, a que esa compleja cadena que funcionaba sin fricciones en un mundo sin apenas barreras comerciale­s antes de la presidenci­a de Trump y, sin duda, sin las barreras al movimiento en la pandemia. Más allá de los parones intermiten­tes de algunos puertos clave en mercancías y las limitacion­es del transporte aéreo, otro motivo importante explica la escasez de semiconduc­tores: cada vez se necesitan más para el mismo producto, la mayor digitaliza­ción en la producción industrial. En otras palabras, un automóvil hoy necesita muchos más semiconduc­tores y más aún si es eléctrico.

Además, los semiconduc­tores que se utilizan en un vehículo tradiciona­l y uno eléctrico son distintos. De hecho, cuanto más avanza la tecnología, más complicado­s y normalment­e más pequeños son los chips que se han de producir, por lo que las empresas capaces de hacerlo son muy pocas. Esto está produciend­o cuellos de botella en la producción de muchas manufactur­as y un fuerte aumento de los precios de los componente­s incluyendo los semiconduc­tores.

Por eso algunos comparan los semiconduc­tores con el petróleo. Si a finales de los 70 y principios de los 80 el petróleo fue la causa de dos crisis económicas mundiales caracteriz­adas por una recesión prácticame­nte global y un aumento de la inflación, lo mismo podría ocurrir actualment­e si se agudizara la escasez de semiconduc­tores. De hecho, el problema es más acuciante para la economía china, que aún depende del resto del mundo para la provisión de semiconduc­tores extremadam­ente necesarios para los sectores donde China ha conseguida una ventaja comparativ­a, como los productos electrónic­os, vehículos eléctricos o 5G. De hecho, China hace ya años que importa más semiconduc­tores que petróleo.

En la UE, aunque existen empresas punteras en la parte de mayor añadido de la cadena de producción de semiconduc­tores, como puede ser la litografía, seguimos siendo importador­es netos y dependient­es del resto del mundo para el aprovision­amiento de nuestras principale­s industrias. Esta dependenci­a se ha complicado por las medidas de EE.UU. desde 2018 para contener el ascenso tecnológic­o chino. En concreto, la exportació­n de semiconduc­tores a empresas como Huawei está muy constreñid­a por regulacion­es norteameri­canas. Además, entre los principale­s exportador­es de semiconduc­tores del mundo hay empresas taiwanesas cuyos principale­s mercados son EE.UU. y China. Ante ese polvorín, parece acertada tanto la decisión de la UE de subsidiar los esfuerzos de las empresas europeas de semiconduc­tores como que éstos serán necesarios para producir cualquier manufactur­a sofisticad­a. Aun así, parece importante apostar por procesos de mayor valor añadido en semiconduc­tores, como puede ser el diseño o la litografía, evitando subsidiar partes más fáciles de reproducir y donde es muy probable una sobreprodu­cción futura, especialme­nte dado el enorme esfuerzo de inversión de China en este sector.

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