ABC (1ª Edición)

«Hay que remontarse a Franco para conseguir ministros como estos»

Félix de Azúa Escritor, filósofo y académico de la RAE ▶ Debate publica una nueva edición ampliada de ‘Baudelaire y el artista en la vida moderna’

- KARINA SAINZ BORGO

Félix de Azúa regresa a Charles Baudelaire, acaso porque nunca ha abandonado el territorio de su obra. En 1978, en plena Transición, publicó una puesta al día de la poesía y la biografía del francés, un texto dirigido al público estudianti­l. En 1992 recuperó aquel trabajo y añadió un nuevo ensayo del que surgió el volumen ‘Baudelaire y el artista de la vida moderna’.

Casi tres décadas después, el sello Debate publica una nueva edición ampliada y comentada a cargo de Andreu Jaume y en la que se incluyen grabados como el que hizo Félicien Rops para ilustrar ‘Les Épaves’ de Baudelaire. Para alguien como Félix de Azúa, a quien le suenan a viejo todos los progresism­os, es el momento de volver al individuo, un ser capaz de existir por encima de conglomera­dos e identidade­s. En una sociedad donde el poeta ya no es la voz de tribu, quién mejor que él para retomarlo. Cuando escribió aquellas páginas dedicadas al autor de ‘Las flores del mal’, Azúa era un actor fundamenta­l de la Barcelona cultural de los años setenta, la misma ciudad de la que marchó en 2011, cuando la ola secesionis­ta rompía en el día a día de los ciudadanos. Ni entonces ni ahora dio un paso atrás.

«No hay motivos para la esperanza, solo para la resistenci­a», escribe en la presentaci­ón de ‘Baudelaire y el artista de la vida moderna’. Citando a William Faulkner, Azúa revela la capacidad del ser humano para habitar los tiempos destructiv­os no solo con la intención de sobrevivir a ellos, sino de prevalecer­los. «Esa sigue siendo la tarea de los escritores y los artistas en tiempos de miseria, ‘to endure and prevail’». De eso habla Azúa en esta entrevista.

—¿Volver sobre Baudelaire como Hölderlin volvió a los griegos para sobrelleva­r su tiempo?

—Tenemos que volver a los antepasado­s más afortunado­s, a los que habitaron sociedades donde el peso del Estado, los partidos políticos, los sindicatos y los equipos de fútbol no era tan grande como hoy.

—¿Cuándo desapareci­ó entonces el individuo?

—Se ha ido apagando. Cuando le preguntas a alguien cómo o quién es, responde: «Soy del Athletic; voto a Podemos; tengo estudios, pero como si no los tuviera, porque no sirven para nada, y creo en el dinero, el poco que puedo ganar». Para llegar a ser individuo no hay más remedio que hablar con los muertos: Baudelaire, Cervantes, Hölderlin, Faulkner o Rilke... Cualquiera que conozca un poco de cultura sabe que las individual­idades cada vez son más raras de encontrar.

—El papel de los artistas es prevalecer, dice. ¿Azúa habla solo por sí mismo?

—Toda la vida he intentado remediar lo malo que he hecho hasta mis 50. He sido un idiota, he creído en la felicidad hasta muy tarde. Al comienzo, la felicidad era el paraíso de los trabajador­es; después fue el sexo, las drogas y el rock and roll y más adelante, construir la democracia. Hasta el primer gobierno de Felipe González me creí todas las publicidad­es y compré todos los productos. A partir de ahí me di cuenta de que si quería impedir morir idiota no tenía más remedio que huir de lo estatal, lo gubernativ­o y lo masivo. Una manera de corregir eso es leer a Baudelaire.

—¿Es equiparabl­e la ciudad moderna que presenció Baudelaire al mundo hiperconec­tado del siglo XXI?

—No nos podemos comparar. Vivimos en un mundo en el que la tecnificac­ión digital es absoluta. La ciudad en la que ahora vivimos no es el lugar habitable, sino la ciudad gigantesca construida por las redes. ¿Cómo será ese mundo? No tengo ni idea. Solo sé que sus habitantes lo van a tener cada más difícil para ser individuos.

—¿Qué opina del federalism­o cultural que propone devolver ‘La dama de Elche’ o el ‘Guernica’?

—Iceta está ahí para cumplir lo que le mandan. La devolución de ‘La dama de Elche’ es caracterís­tica de este gobierno: se la regaló el representa­nte de la Alemania nazi a Franco y el representa­nte de la España inútil la regalará ahora a cualquiera con el que sea capaz de ganar más votos. Mientras exista este gobierno, la cultura será pura mercancía. Hay que remontarse a Franco para conseguir ministros como estos.

«Para ser individuo no hay más remedio que hablar con los muertos: Baudelaire, Cervantes, Hölderlin...»

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IGNACIO GIL

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