El cine mira al mundo desde otra atalaya, la de la mujer
Con obstinación, pero también con naturalidad y probablemente con motivos, el cine se ha ido a otro lugar para ver el mundo. Podría decirse que estamos ante un Movimiento Cinematográfico y en su doble entender, como traslado del punto de observación y como cambio de ética y estética que retoca los principios y reglas de cualquiera de sus géneros. El cine mira al mundo desde el territorio de la mujer, o desde el punto de vista ya imprescindible de lo femenino. En directores, directoras, actores, actrices, en musical, en wéstern, en thriller, en drama o en comedia, las películas aquilatan la posición de su cámara a ese lugar de comprensión y mirada, sea al macho o a la hembra, sea en cualquier época y circunstancia, al tamiz y sentimiento de la mujer.
Como ejemplo de ello no lo hay mejor que el de la reciente película de Ridley Scott, ‘El último duelo’, cuya trama transcurre en época medieval y que incorpora el punto de vista de la mujer (incluso una guionista para que lo aporte, Nicole Holofcener) y que cambia por completo la esencia del relato. Y como ejemplo de hoy mismo, los estrenos importantes de esta semana: el wéstern duro y abigarrado de Jane Campion, ‘El poder del perro’; el drama íntimo de Diana de Gales en ‘Spencer’, de Pablo Larraín, y el thriller psicológico ‘Última noche en el Soho’, de Edgar Wright. Tres películas muy de género que se acomodan (y por ello incomodan) al Movimiento de lugar, ética y mirada para contar sus historias. Y también podrían incluirse aquí por la particularidad de su punto de vista ‘Libertad’, de Clara Roquet, un vistazo al personaje femenino en tres generaciones, o ‘La puerta de al lado’, de Daniel Brühl, un examen a la pareja desde el ojo de una mirilla.