ABC (1ª Edición)

Apoteosis de la nada

Lo lamentable es que los líderes nacionales se empeñan en rivalizar en nimiedades

- PEDRO GARCÍA CUARTANGO

ALBERT Einstein decía que hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. La historia corrobora esta afirmación. Pero no hace falta mirar hacia atrás. Este pasado fin de semana hemos tenido una cumplida demostraci­ón del imparable ascenso de la banalidad.

Eso es lo que hemos visto en el discurso de los líderes políticos de este país, que parecen atacados por un virus, no precisamen­te el Covid, sino otro más peligroso: el de la falta de sentido común. Ningún partido parece exento de este mal que avanza con tanta rapidez como la pandemia. La estulticia está resultando contagiosa a juzgar por el cúmulo de tonterías e insensatec­es que hemos escuchado el pasado domingo que producen sonrojo.

En el congreso del PP andaluz en Granada, Pablo Casado se esforzó en hacer un discurso contra Isabel Díaz Ayuso, a la que no citó, pero dedicó numerosas alusiones quitando el protagonis­mo a Moreno Bonilla. Resulta difícilmen­te explicable el conflicto que ha estallado en el partido de Génova en unos momentos en los que las encuestas les son favorables y la estrella de Sánchez empieza a declinar. Lo que está pasando en el PP es profundame­nte irracional, carece sencillame­nte de explicació­n porque es obvio que Casado sólo podrá ganar las elecciones si suma a la «megalómana» (‘dixit’) presidenta madrileña.

Sánchez no perdió en Bilbao la ocasión de atacar al PP, al que calificó como «triste, gris y sin ideas», algo que podría decirse de él mismo y de su partido. Toda la estrategia política del PSOE es ahora la demonizaci­ón de la oposición y la exhumación del franquismo para desviar la atención sobre los graves problemas de España. Eso es mucho más fácil que explicar cómo va a cumplir su promesa de revertir el precio de la luz o frenar la inflación.

Pero la apoteosis de la nadería correspond­ió a Ada Colau que, emulando a Leire Pajín, proclamó a Yolanda Díaz «líder mundial». No sólo eso, elevó la metafísica a niveles excelsos cuando afirmó: «Eres de verdad». No está mal para una dirigente que no ha ganado ninguna elección y que ocupa una vicepresid­encia por decisión de Pablo Iglesias. Todo sería más entendible si Colau, Oltra, García y Díaz nos contasen cuál es su proyecto político progresist­a y de género, pero eso no toca ahora.

Lo lamentable es que todos los líderes nacionales se empeñan en rivalizar en nimiedades y tópicos que no sólo les restan credibilid­ad, sino que además suponen una degradació­n de la política que empuja a muchos al escepticis­mo y la abstención.

La sociedad del espectácul­o tenía la virtualida­d de que la política se convertía en relato. Ahora ni siquiera eso. El discurso de los dirigentes es inane, vacío y autorrefer­encial. Es pura nadería que invita a refugiarse en un solipsismo que se aleja por puro hastío del mundanal ruido.

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