ABC (1ª Edición)

Hacerse ilusiones

Los presupuest­os son otro fracaso de los que tantas lecciones nos han dado y un paso más hacia una nueva centralida­d política

- SALVADOR SOSTRES

La supuesta mayoría independen­tista del Parlament quedó ayer desmentida en su imposible articulaci­ón política. Esquerra pactó con los Comunes los presupuest­os. Pere Aragonès quemó formalment­e el plazo para entenderse con la CUP y su giro hacia la delegación catalana de Podemos no es menor ni neutro, sino toda una declaració­n de intencione­s. Huye de los bloques el presidente y opta por el posibilism­o, la discreción y la política tranquila. Junts queda descolocad­o. La CUP, fuera del tablero.

«Que nadie se haga ilusiones, que nadie vea en esto un debilitami­ento de nuestras aspiracion­es. Seguro que antes que tarde seremos capaces de demostrar la unidad estratégic­a del independen­tismo y trabajar hacia el horizonte que aspira la mayoría del país», dijo el consejero de Economía, Jaume Giró, en un ejercicio de notable voluntaris­mo. Lo cierto es que el independen­tismo estaba incluso antes de esta votación en su momento de mayor debilidad desde que en 2010 se inició lo que hemos conocido por el ‘procés’; y que sus presuntas aspiracion­es se han demostrado insinceras cada vez que ha tenido que pagar el precio, y no lo ha hecho, por conseguirl­as. La unidad estratégic­a de Esquerra, Junts y la CUP es otro conjunto vacío que por lo menos hasta la fecha no ha existido nunca, y si la mayoría de catalanes de verdad ansiáramos la independen­cia, ya la habríamos conseguido.

No existe una mayoría independen­tista. No existe una hoja de ruta independen­tista. No existen ni 50.000 catalanes dispuestos a pagar con su dinero y menos con su vida el precio de romper un Estado como España, porque al final es en esto en lo que consiste la independen­cia de Cataluña. Lo demás es comedia, artificio, retórica inflamada y ganas de engañar a unos partidario­s a los que ya no les alcanza ninguna mentira, por clamorosa que sea, para no darse cuenta de que han hecho el más espantoso de los ridículos.

Y no es que me haga ilusiones con la debacle de esta banda de incapaces, porque yo las ilusiones me las hago en París, y a veces en la agradabilí­sima compañía de mi por otra parte querido amigo Jaume Giró. Pero es vivir fuera de la realidad creer que en Cataluña existe una mayoría dispuesta a hacer algo más que ir a los restaurant­es y a Port Aventura, y los presupuest­os de ayer son otro fracaso de los que tantas lecciones nos han dado y un paso más –lento, tímido y gris, pero paso al fin y al cabo– hacia una nueva centralida­d política.

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