Harry, más sucio que nunca
El problema de las armas en EE.UU. resulta incompatible con una democracia avanzada
Se puede decir que todo empezó a finales del siglo XVIII con la genuina obsesión por evitar la concentración y abuso de poder que compartían los líderes de una débil república formada por trece excolonias británicas en América del Norte. Con tal de no establecer fuerzas armadas permanentes que pudieran abusar de su posición de fuerza, se optó por reconocer a los ciudadanos el derecho a portar armas y formar milicias para la defensa nacional.
Este postureo libertario, consagrado en la Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, debería haber terminado cuando los ingleses volvieron a tomar la capital Washington en la guerra de 1812 y convirtieron la Casa Blanca en una falla valenciana. En el colmo de las ironías más incongruentes con el sueño de los Founding Fathers, el gigante americano ahora dispone de la mayor maquinaria militar del mundo y también tiene más armas de fuego en circulación que habitantes (330 millones, según el último censo federal).
Lo peor de este problema de violencia armada es que no hay crisis en Estados Unidos que alguien proponga como solución más armas de fuego. Si hay un tiroteo en una escuela, armar a los maestros. Si hay violentas manifestaciones contra el racismo, ‘patriotas’ armados hasta los dientes para restablecer la ley y el orden. Si un perturbado embiste un desfile navideño en Wisconsin, más armas para que los inocentes puedan defenderse.
Mientras tanto, los esfuerzos por lograr un mayor control de armas de fuego siguen paralizados a pesar de la permanente letanía de tragedias consentidas. Las compras de armamento están alcanzando niveles récord. La búsqueda de munición se ha vuelto tan frenética que las armerías no han podido atender los pedidos de la temporada invernal de caza mayor. El aumento de la tasa de homicidios a tiros durante la pandemia ha desbordado a los departamentos de policía locales. Y la proliferación de pistolas caseras ha alcanzado proporciones epidémicas. Un panorama incompatible con una democracia avanzada.