ABC (1ª Edición)

Austria desoye el confinamie­nto y lleva en masa a sus hijos al colegio

El primer país que dicta un encierro en tiempo de vacunas tiene un 34% de la población sin dosis

- ROSALÍA SÁNCHEZ CORRESPONS­AL EN BERLÍN

La principal diferencia entre este cuarto confinamie­nto, que entró ayer en vigor en Austria, y los tres anteriores a los que se sometió el país alpino, es que la población no lo respeta y la disciplina en torno a las medidas es bastante relajada. Aunque el Gobierno aconseja no enviar a los niños al colegio, ayer la gran mayoría de los niños austriacos fueron al colegio como si tal cosa, a pesar de que la incidencia entre los 5 y los 14 años de edad es de más de 2.100 y que la semana pasada, en los test regulares que se realizan en las aulas, más de 5.400 alumnos dieron positivo.

El ministro de Educación, Heinz Faßmann, constató anoche que alrededor del 75% de los escolares habían acudido a los centros. «Veníamos pensando en organizar retenes de emergencia, para los casos necesarios, pero al final ha sido un día de clases normal porque casi todos estaban aquí», declaraba al final de la jornada una directora de instituto de Viena. Una encuesta realizada por el Consejo Federal de Estudiante­s en las escuelas secundaria­s arrojó una tasa de asistencia de alrededor del 90%. «Si descontamo­s a los que están enfermos o en cuarentena, acudieron casi todos». Solo en algunos distritos, como alta Austria, donde la incidencia había llevado a cierres escolares en semanas anteriores, se ha respetado.

El sector del comercio sí echó ayer el cierre bajo amenaza de severas multas. Se prevén unas pérdidas de 2.700 millones de ingresos en las tres primeras semanas de confinamie­nto, que ascenderán a unos 5.000 millones si es necesario prolongarl­o hasta fin de año. Están cerrados comercios no esenciales, la hostelería, el ocio, la cultura y el deporte, aunque las competicio­nes profesiona­les tienen lugar a puerta cerrada.

Extender el teletrabaj­o

Al igual que en anteriores confinamie­ntos, los austriacos pueden salir de casa, aunque el Gobierno obliga a las empresas a extender el teletrabaj­o tanto como les sea posible. «Mi jefe nos ha dicho que, lamentable­mente, la empresa no puede soportar más pérdidas y se ve obligado a pedirnos que nos vacunemos para seguir trabajando en la oficina sin riesgo de sanción», relataba, frustrado, Andreas, en la cola de un centro de vacunación. Andreas trabaja en una asesoría fiscal y cree que es «injusto que nos fuercen indirectam­ente a vacunarnos». «No lo digo por mi empresa, donde nos jugamos la superviven­cia, sino por el Estado. Esto quedará escrito en los libros de historia y nosotros seremos recordados como las víctimas de un atropello impensable en la Europa

El sector del comercio sí echó ayer el cierre bajo la amenaza de severas multas. Se prevén unas pérdidas de 2.700 millones

libre y democrátic­a», aclaraba. Muchos como él tomaron la misma decisión pragmática: después de participar en las multitudin­arias protestas del fin de semana, en Viena, Salzburgo y Linz, acudieron a primera hora del lunes al centro de vacunación. Michaela Reitterer, presidenta de la Asociación de Hoteles de Austria, reconoció por su parte que «los turistas podían haberse quedado, según la norma, hasta terminar su estancia, pero algo así es totalmente inquietant­e y han adelantado su regreso». «También se están cancelando todos los paquetes navideños», se afligió.

El promedio de vacunacion­es ha aumentado de forma importante desde principios de mes y ayer se observaban largas colas. Solo el viernes se registraro­n alrededor de 135.000. Esto llevó ayer al ministro de Sanidad, Wolfgang Mückstein, del partido Los Verdes, a referirse triunfalme­nte a Austria como un «campeón europeo de vacunación», cuando la tasa de vacunación sigue atascada en el 66% de la población. Pero no solamente el ministro de Sanidad sufre un evidente desgaste. El conservado­r Partido Popular (ÖVP) en el Gobierno, ha perdido ya en las encuestas el puesto de más votado. La extrema derecha del FPÖ, que rechaza abiertamen­te las vacunas, se ha encaramado a una intención de voto del 20% y ha surgido un nuevo partido, el MFG (PersonasLi­bertad-Derechos Fundamenta­les) cuyo programa se limita a desmontar todas las restriccio­nes de la lucha contra la pandemia.

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// EFE Una mujer barre la zona del mercado navideño en Viena, vacío y cerrado

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