La vacuna nasal contra el alzhéimer comienza a probarse en humanos
Participan en el ensayo en Estados Unidos 16 pacientes de entre 60 y 85 años, que recibirán dos dosis
Un hospital de Boston, en Estados Unidos, ha iniciado pruebas para probar una vacuna nasal para prevenir y retrasar la enfermedad de Alzheimer, tras dos décadas de investigación. Participan ya en el ensayo 16 pacientes de entre 60 y 85 años, todos ellos diagnosticados de esta enfermedad en fase temprana y sin síntomas graves, y por lo demás sanos en general.
Según el doctor Howard L. Weiner, que ha dirigido las investigaciones en ese centro médico, el Brigham and Women’s, «si los ensayos clínicos en humanos muestran que la vacuna es segura y efectiva, esto podría representar un tratamiento no tóxico para las personas con alzhéimer, y también podría administrarse de forma temprana para ayudar a prevenir la enfermedad en personas en riesgo».
El mal de Alzheimer es la forma más común de demencia en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Se trata de una degeneración irreversible del cerebro que causa alteraciones en la memoria, la cognición, la personalidad y otras funciones que eventualmente provocan la muerte por insuficiencia cerebral. En EE.UU. hay casi seis millones de personas diagnosticadas de alzhéimer, de una población de 330 millones. A nivel global, hay más de 45 millones de diagnosticados.
Este nuevo ensayo para una vacuna incluye dos dosis administradas con una semana de diferencia, según comunicó el hospital. Se trata de una primera fase muy limitada, y si da resultados, se pasará a una segunda etapa con muchos más participantes.
Componente chino
La vacuna emplea un componente llamado protollin, una serie proteínas derivadas de bacterias que ya se han probado de forma segura en seres humanos como modificadoras y activadoras de vacunas. Fabrican y comercializan protollin dos empresas de China: I-Mab Biopharma y Jiangsu Nhwa Pharmaceutical.
Según los médicos que efectúan esta prueba, el protollin activa los glóbulos blancos que se encuentran en los ganglios linfáticos a los lados y la parte posterior del cuello, para que estos se trasladen al cerebro y eliminen placas de beta-amiloide, el principal componente de las placas seniles que se detectan en el cerebro de los pacientes con la enfermedad de Alzheimer. El objeto de la prueba es observar cómo el protollin afecta al sistema inmunitario de los participantes.
Y los médicos responsables son optimistas. Según la doctora Tanuja Chitnis, «la investigación en esta área ha allanado el camino para que busquemos una vía completamente nueva para tratar potencialmente no solo la enfermedad de Alzheimer, sino también otras enfermedades neurodegenerativas». El doctor Weiner, que dirige este ensayo, añade que «el sistema inmunológico juega un papel muy importante en todas las enfermedades neurológicas».
Lo cierto es que investigadores médicos de todo el mundo han trabajado durante años para desarrollar nuevos medicamentos que traten o retrasen el mal de Alzheimer. Pero muchos de los medicamentos experimentales que en su día y en estudios preliminares parecieron prometedores han acabado fracasando.
En junio, la Agencia para Alimentos y Fármacos de EE.UU. (FDA, en sus siglas en inglés) autorizó el uso intravenoso de un nuevo fármaco contra el alzhéimer, el aducanumab, fabricado por Biogen, el primer medicamento en casi 20 años contra esta enfermedad al que se le da luz verde.
Sin embargo, muchos expertos han puesto en duda la eficacia del fármaco. Una comisión independiente de asesores de la FDA rechazó hace ya un año dar su apoyo al medicamento por las dudas sobre posibles riesgos registrados durante los ensayos clínicos. Su precio estimado es de más de 40.000 euros mensuales.
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