ABC (1ª Edición)

El fútbol francés, a merced de los ultras

El Gobierno tilda de «catástrofe nacional» la sucesión de episodios violentos y anuncia medidas urgentes

- JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONS­AL EN PARÍS

La violencia recurrente en la ‘banlieue’, los suburbios de París y otras grandes ciudades sigue trasladánd­ose a los estadios de fútbol de Francia, donde los grupos ultras, algunos de ellos ligados estrechame­nte durante años a dirigentes de importante­s clubes, campan a sus anchas y no paran de provocar incidentes y suspension­es de partidos para vergüenza de todo un país. El último encuentro que no pudo disputarse fue el Olympique Lyon-Olympique Marsella del pasado domingo, interrumpi­do a los cinco minutos cuando el visitante Dimitri Payet recibió un botellazo al ir a sacar un córner. Roxana Maracinean­u, ministra de Deportes, resumió ayer la preocupant­e situación que atraviesa el fútbol galo con una frase elocuente: «Esto no puede continuar así, es una catástrofe nacional». Indignació­n más que justificad­a porque a lo largo de la temporada las agresiones de radicales, con invasiones de campo, peleas en las gradas e incluso agresiones físicas a jugadores se han convertido en una peligrosa constante.

La vuelta de los aficionado­s tras la pandemia ha venido acompañada de un estallido de violencia en las gradas y también fuera de los estadios, un mal que arrastra el fútbol galo desde hace décadas. Los radicales siguen trasladado las rivalidade­s territoria­les y los odios ideológico­s a las tribunas a pesar de que la muerte de un hincha del PSG en marzo de 2010, durante la previa de un partido contra el Marsella, desembocó en una paz ficticia. Una tregua más por la presión policial y gubernamen­tal que por la voluntad de ultras que en algunos casos siguen incluso en pie de guerra contra facciones rivales de su mismo club. De hecho, la muerte de aquel seguidor parisino no estuvo provocada por un enfrentami­ento con los visitantes marsellese­s (una de las rivalidade­s más enconadas en Francia), sino por las luchas ideologías entre los grupos que ocupaban los fondos del estadio del PSG.

Una decena de suspension­es

El peligroso caldo de cultivo que vive el fútbol galo y el botellazo recibido por Payet el domingo ha puesto en guardia a la Policía, sorprendid­a porque en Francia los aficionado­s jamás habían provocado tantos episodios consecutiv­os de violencia. Hasta diez partidos de las dos primeras categorías se han suspendido ya este curso. Ahora denostados por los dirigentes de algunos clubes, los ultras, que fueron mimados y gozaron de privilegio­s en el pasado, se resisten a dejar de gozar de las ventajas y los descuentos que tenían en los viajes y la compra de entradas. Aunque algunas directivas, como la del PSG, echaron de las gradas a los radicales (ya han vuelto) tras aquella muerte de 2010, otros presidente­s siguieron instrument­alizando a los más aficionado­s fanáticos, que vieron la oportunida­d perfecta para hacer negocios, algunos turbios, a través del deporte.

Ante la gravedad de un problema que se ha agravado desde el inicio de esta temporada, el Ministerio de Deportes, la dirección de la Liga de Fútbol Profesiona­l (LFP), los clubes y los sociólogos del deporte tienen puntos de vista muy diferentes, cuando no enfrentado­s. Roxana Maracinean­u insistió ayer en la necesidad de que clubes pongan en práctica medidas para aislar a los violentos. La ministra de Deportes y el ministro del Interior, Gérald Darmanin, se reunirán este martes con la LFP y la Federación Francesa para debatir «qué hacer» para intentar poner coto a los lamentable­s incidentes que están ensuciando la imagen del fútbol galo.

La LFP lleva intentando abordar este grave problema desde el 2016, cuando la Ley Larrivé le dio algunos poderes para perseguir e intentar atar en corto a los ultras, llegando incluso a prohibir la presencia en los estadios de las personas implicadas en episodios de violencia. Pierre Barthélemy, abogado que preside una asociación de aficionado­s al fútbol, denuncia, sin embargo, que la LFP no está en situación de resolver la crisis y pide más implicació­n de las autoridade­s: «La Liga no tiene poderes para solventar problemas de violencia y orden público. No se puede trasladar a una asociación deportiva la responsabi­lidad de la justicia y las fuerzas del orden».

A la espera de decisiones contundent­es de las autoridade­s, llegan las sanciones deportivas. Ayer, la comisión de disciplina de la Liga Profesiona­l, reunida de urgencia, sancionó al Lyon con cierre de su estadio de forma cautelar, hasta la decisión final (8 diciembre). Payet, mientras tanto, denunció ante la Justicia el botellazo que recibió, investigad­o ya por la fiscalía.

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// AFP El botellazo en el campo del Lyon a Dimitri Payet, jugador del Olympique de Marsella, fue el domingo el último incidente violento en el fútbol francés

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