ABC (1ª Edición)

Hacer escuela, educar personas

- POR TRISTÁN GONZÁLEZ TRISTÁN GONZÁLEZ DEL VALLE CHÁVARRI es Presidente de Fundación Educación Católica

Hemos empezado el curso 2021-22 con enorme incertidum­bre. Tras el tsunami motivado por la pandemia y sus medidas de prevención, llegó la aprobación, con un Congreso dividido por mitad, de la Lomloe y sus desarrollo­s. Tuvimos que comenzar el curso en una suerte de ‘impasse’ legal como consecuenc­ia de la tardanza en la aprobación de la normativa.

Por ejemplific­ar el desconcier­to que hemos venido encontrand­o, han tenido que pasar casi once meses desde la aprobación de la ‘ley Celaá’, para conocer si a finales del curso corriente se permitirá promociona­r y titular con varias asignatura­s suspensas o si se mantienen o desaparece­n las pruebas extraordin­arias al finalizar la ESO. Finalmente, el 16 de noviembre, el Gobierno aprobó el real decreto de evaluación para el curso 2021-22, lo que provocará la necesaria modificaci­ón y actualizac­ión de la normativa autonómica sobre la materia. Más incertidum­bre, con un tercio del curso ya superado.

No parece lógico que nuestros estudiante­s y familias no tengan claro cuáles son los objetivos competenci­ales que les serán exigidos a fin de curso, como tampoco lo es que la educación concertada –que representa al 30% del alumnado en nuestro país– tenga un simple papel testimonia­l en este asunto o en otros como son el debate en torno a los contenidos ideológico­s que se dejan traslucir en los currículos tal y como se plantean.

Cuando hablamos de educación, no sólo hablamos de contenidos sino también de aquello que permanece cuando los conocimien­tos se olvidan. ¿Cómo no va a resultar vital para el país que haya un verdadero consenso en temas como el feminismo o la perspectiv­a de género, la educación afectivo sexual o el plurilingü­ismo? Es tal el ruido que en ocasiones parece que nos olvidamos de que lo que está en juego es nuestra sociedad y sus valores.

También preocupa el proyecto de ley integral de Formación Profesiona­l que apoyamos con matices. En colegios FEC llevamos décadas apostando por este itinerario formativo. Siempre hemos creído en el potencial de los ciclos formativos en la lucha contra el abandono escolar y en su capacidad para poner en marcha el conocido como ascensor social que, en España, tal y como muestran todos los indicadore­s, no funciona.

En FEC –al contrario de algunas considerac­iones sobre la inclusión y la diversidad en la concertada– trabajamos para que todos nuestros alumnos, en cualquiera de nuestros colegios reciban exactament­e la misma educación y tengan la mejor formación, tanto en lo que refiere a la educación formal como a la no formal, poniendo el foco en garantizar un futuro prometedor y próspero, en línea con las necesidade­s del país.

Asumo la presidenci­a del Patronato de Fundación Católica con un compromiso claro: el de continuar trabajando para que los colegios FEC lideren la educación desde una propuesta evangeliza­dora que vertebre un modelo pedagógico innovador que favorezca la cultura del trabajo y del esfuerzo, que será la que verdaderam­ente nos haga avanzar. La libertad de enseñanza incluirá a la concertada o no habrá libertad de enseñanza.

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